Hna. Valeriana Ramos. 30 de marzo de 2020 (Ávila-Residencia)

“El Señor te bendiga y te guarde, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la Paz”.

Cuando Valeriana recibía esta bendición que le regalaba su hermana Natividad todas las noches se le iluminaba la cara y reflejaba que sí, que verdaderamente el Señor le estaba dando su Paz a manos llenas. En los últimos meses de su enfermedad no podía hablar nada pero sus ojos expresaban la escucha, la atención, la aceptación del momento presente tal y como era. Valeriana tenía una experiencia grande del amor de Dios y estaba muy segura en Él.

Nació en 1933 en Villamuñío, un pueblecito de la provincia de León, en una familia muy piadosa que podría ajustarse perfectamente al apelativo de “iglesia doméstica”. La vivencia de la fe y las buenas obras iban muy unidas en aquel hogar en el que Valeriana era la menor de seis hermanos y podía aprender mucho de ellos. Fuero cuatro religiosos: dos teresianas y dos del Císter, además de otros parientes cercanos religiosos que ejercían sana y santa influencia en su formación.

Comenzó su Noviciado en 1955 y, después de hacer los primeros votos, su etapa como maestra en Huelva. Vivió también en las comunidades de Dueñas, Madrid- Goya,  Jesús Maestro y Casa Provincial, Federico Grases,  Mora, Ciudad Rodrigo, Oviedo. Cruzó el océano y estuvo en Managua dos años. En algunas casas de España fue destinada en dos ocasiones. Sus años de docencia los terminó en Salamanca y, aún retirada de las clases, seguía ofreciendo apoyo en el colegio hasta que hasta que sus fuerzas le permitieron. Participaba también en la parroquia, en catequesis de niños, en grupos de oración y animación de las Eucaristías dominicales.

Valeriana fue una hermana muy apostólica, maestra entregada y cercana a las personas que Dios puso en su camino. Siempre alegre, bondadosa, muy servicial y agradecida. Eligió de nombre de Compañía «del Corazón de María» y parece que su vida hizo honor al nombre, porque su corazón era entrañable, cariñoso y cercano.

La enfermedad de Parkinson fue haciendo que su vitalidad se debilitase y llegase a depender totalmente de las demás, por lo que vino destinada a la Residencia enfermería de Ávila en 2017. A pesar de que no podía casi moverse, cuando te acercabas a ella, regalaba un  beso que dejaba entrever que el amor de Dios seguía adueñándose de ella. 

Recibió el abrazo del Padre el día 30 de marzo de 2020. Llevaba una semana ya en la cama, muy débil y agotada,  y el Señor se la llevó a gozar de Él dejándonos también el consuelo y el agradecimiento por haber vivido con una hermana tan buena.

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