Uno de los regalos que hemos recibido, me atrevo a decir que la humanidad entera, creo que no solo los católicos, es el Papa Francisco. Agradezco que, como sucesor de San Pedro, a la cabeza del Pueblo de Dios, con el modelo del Buen Pastor que cuida y sirve, y con el acento que le inspiró San Francisco, hermano de todos y servidor del Evangelio, sobre todo en los más pequeños, nos acerque a nuestra vida concreta y cotidiana a ese Emanuel, Dios-con-nosotros. Y agradezco profundamente también la lectura que hace hoy, cada día, de modo tan sencillo, de la Palabra de Dios, junto con sus intentos de vivirla con gestos hondos y sencillos también, en lo que le es posible.
Hoy me llaman la atención y comparto unas palabras suyas de febrero del año pasado, en su visita a Abudabi, que, como el mejor teresiano, nos invitan a mirar a Jesús –conocerle y amarle, repetirá toda su vida Enrique de Ossó-, para intentar vivir como Él, parecernos a quien siempre buscó levantar la dignidad de las personas, sanar y liberar, hacernos llegar la ternura y bondad de Dios. Dice el Papa:
Miremos a Jesús. No dejó nada escrito. No construyó nada importante. Y cuando nos dijo cómo hemos de vivir, no pidió que levantásemos grandes obras o que nos destaquemos realizando hazañas extraordinarias. Nos ha pedido que llevemos a cabo una sola obra de arte al alcance de todos: la de nuestra vida.
Comentando estas palabras del Papa, comparto las de un sacerdote en una celebración de este Adviento, que me interpelaron: Tenemos a nuestro alcance la obra de arte de nuestra vida. Cada uno podemos pensar ahora: ¿Estoy haciendo una obra de arte con mi vida? Quizás es demasiado… Quizás lo que los humanos hacemos únicamente y constantemente es una vida “en borrador” y no la pasamos “a limpio” del todo nunca… Por eso en algún texto de Adviento reconocemos la necesidad de que Jesús venga a sanar nuestro corazón de sus muchas fragilidades.
Los creyentes, para serlo, tenemos que ser vigías de nuestra propia vida y de la vida de nuestro mundo, y estar alertas para que la vida no siga siempre igual. Hay quien dice “se me ha pasado la vida y no me he dado cuenta”. Ese no es un creyente. Tenemos que darnos cuenta y hacer algo con nuestro tiempo, que es la vida que hemos recibido. Nada es igual que ayer. Por eso le pedimos a Dios la sabiduría y la fuerza para mejorar lo que está en nuestras manos.
Hasta aquí las palabras de Papa y las de quien las comentaba animándonos a gastar nuestra vida, nuestro tiempo, en hacer algo a nuestro alcance y que es un tesoro: la obra de arte de nuestra vida.
En estos días recordamos y celebramos otra palabra, la Palabra encarnada: Jesús. Para hacer esa
obra de arte de nuestra vida, se nos
invita a dejarnos mirar por Él, a contemplarlo y aprender su modo de vivir y lo
que nos vino a revelar: nuestra gran
hermosura y dignidad…pues Dios mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza[1].
En un año tan complicado que ahora termina, reconozcamos y agradezcamos lo que
hemos aprendido y hemos podido hacer con el mejor regalo: la obra de arte de nuestra vida. ¡Que sea regalo también para los
demás! Ahora comenzamos y procuremos ir
comenzando siempre de bien en mejor.[2]
[1] Teresa de Jesús, 1Moradas 1,1.
[2] Teresa de Jesús, Fundaciones 29, 39.