Llevábamos tres meses hablando del tema. La pandemia iba de bajada y estaba en el recuerdo de todas lo bien que lo habían pasado en Tortosa justamente hacía tres años. Primero fue una insinuación, luego, algo más concreto hasta, por fin, perfilarse el plan, con toda nitidez: ¡iríamos a la Sagrada Familia y comeríamos en Ganduxer!
El grupo de mujeres que nos reunimos el último viernes de cada mes para un encuentro de formación, es entusiasta, como buenas andaluzas que son quienes lo forman. Las 60 plazas del autocar se llenaron rápidamente. Se pudo invitar a los maridos y amigos pero aún quedó una larga y apenada lista de espera.
Salimos temprano pues el día iba apretado de actividad. En el camino, dimos a conocer la figura de Antonio Gaudí y, a la hora prevista, nos encontramos con los que serían nuestros guías en la visita al templo de la Sagrada Familia. La explicación fue de lo más acertada, clara y amena. La fuerte espiritualidad de Gaudí nos atrapó y quedamos fascinados desde el primer momento, por tanta belleza de formas, vidrieras, dimensiones y majestuosidad. Se nos hizo muy corta.
A la una y media llegamos a Ganduxer, donde Merche Mañeru y Mª Angeles Santorromán nos esperaban, daban la bienvenida y nos llevaban al comedor. Una vez renovadas nuestras fuerzas, nuestras anfitrionas nos ofrecieron una pequeña visita guiada por esos corredores tan conocidos y tan queridos en los que también estaba presente el gran arquitecto y amigo de Nuestro Padre.
Pasamos al salón y allí disfrutamos de unos bailes y teatrillos que el mismo grupo nos obsequió con el salero andaluz que les caracteriza. Ya eran las cinco pasadas, así que una rápida merienda y enfilamos hacia Montjuic. Era el colofón del día, una visita panorámica por el conjunto monumental: el palacio, el estadio, la anilla olímpica y la vista impresionante de toda Barcelona. Allí, a lo lejos, dándonos el adiós, se divisaba también la Sagrada Familia.
Llegamos a Tarragona felices después de haber compartido un día redondo. Todo nos acompañó: el clima, el buen ambiente, la acogida excelente y trato delicado en Ganduxer, la amabilidad del chófer y, por supuesto, las personas que hicieron posible la visita a la Sagrada Familia casi, casi regalada.
Todavía está vivo, en todas, el recuerdo de tan hermoso día. Ya nos están pidiendo que organicemos otra salida, pero como “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, tendremos que esperar un año al menos para embarcarnos en una nueva aventura.