Y eso es lo que nos ha ocurrido en Ávila, porque los talleres para asumir la ética del cuidado han venido a la comunidad de la enfermería de Ávila, nuestra casa.
Aunque mayores, y algunas enfermas, nos gusta participar de la vida de la Provincia y estar en sintonía con lo que la Iglesia nos invita a vivir desde el cuidado de nuestra casa común. “Son cosas nuestras”, nos dice una hermana.
Cada trimestre participaremos en un taller, a finales de noviembre tuvimos el primero. Y, como nosotras no podíamos pasear viendo cada uno de los paneles, los paneles “pasearon” ante nuestros ojos proyectados en la pantalla de la sala de comunidad.
Nos damos cuenta de que en la actualidad nuestra vida es “mejor”, en un sentido, más cómoda, pero eso ha llevado a un mayor consumo y a una mayor producción de residuos. Otra hermana comenta que ha aumentado nuestra sensibilidad hacia estos temas, como el valorar más el agua y no malgastarla tanto, pero aun nos falta mejorar en otros aspectos, como en la reducción de productos de un solo uso, las servilletas de papel, por ejemplo.
Las imágenes de la playa llena de plásticos o de una barca llena de gente en medio del mar, nos han impactado. Es bueno que podamos recordar estas realidades, comenta una hermana, porque renovamos nuestro compromiso de cuidar nuestro entorno, que también aparece en nuestro proyecto comunitario.
Otra, nos dice que le ha impresionado constatar cómo todos estos aspectos de descuido y maltrato a nuestro entorno, al final terminan afectando a los de siempre, a los más pobres y vulnerables.
Y terminamos de contaros nuestra experiencia con las palabras de otra hermana de la comunidad, muy apropiadas para este tiempo de Adviento: “A mí me ha ayudado a vivir más vigilante”. Gracias por estas experiencias que nos tocan la vida y que nos hacen corresponsables en el cuidado de la casa común.