Cuando escribo, el Papa está en Tailandia y mañana va a Japón… si nos fijáramos en su edad, diríamos ¡qué locura! Si hemos ido conociendo “la edad” de su corazón apostólico y misionero, nos sale agradecer su inquietud evangelizadora y la coherencia con la misión recibida, su cercanía a los pequeños y más débiles y la valentía para darles voz y visibilizarlos… ese es su don.
Decimos en nuestro proyecto de misión: “Solamente si grabamos en nuestro corazón que mantener viva la memoria de Jesús, conocerle y amarle, y hacerle conocer y amar es lo único necesario, a lo que estamos llamadas por vocación, seremos Buena Noticia”. Éste es el don de nuestro carisma teresiano y nuestra misión… ¿cómo vivirlo día a día?, ¿cómo ayudarnos a reconocer y agradecer los dones recibidos y ofrecerlos junto a otros en donde vivimos?
Dice Pablo a los corintios: “Nosotros somos colaboradores de Dios, vosotros sois labranza de Dios y construcción de Dios. Según el don que Dios me ha dado, como arquitecto experto puse el cimiento; otro sigue construyendo. Que cada uno se fije en cómo construye”. Antes ya había dicho: “Yo planté, Apolo regó, pero era Dios quien hacía crecer. Así que ni el que planta cuenta ni el que riega, sino Dios que hace crecer”. Cada uno según el don de Dios.
Llega el tiempo de Adviento y nos disponemos, como esos “colaboradores de Dios”, a preparar su camino y nuestra tierra. Acogeremos palabras de esperanza que se concretan en espabilarnos y despertar, en forjar arados de las espadas y de las lanzas podaderas, en caminar a la luz y en paz, en conducirnos con dignidad y buscar la de los demás, en vivir con mirada atenta y pacificadora, en tomar conciencia de cómo nos situamos en la vida y elegir el modo de Jesús siempre…
En esto de concretar, san Pablo decía así: “Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Sobre ese cimiento uno coloca oro, otro plata, piedras preciosas, madera, hierba, paja” … según el don recibido. Darío Mollá sj, hablaba también de concretar el amor y vivir con talante de discernimiento con estas señales en la vida cotidiana: agradecimiento desde el que se busca la entrega y el servicio, oración para asimilar los criterios evangélicos contemplando a Jesús y enriquecernos con sus sentimientos y actitudes, escucha que nos hace estar presentes sin prisas y atentos a los latidos del corazón de la otra persona, humildad que me hace reconocer lo que soy y recibo y me dispone de nuevo a agradecer…
Enrique de Ossó hablaba de construir juntos con estos “materiales” recibidos -caudal lo llamaba él-: “Al tratarse de organizar, de ordenar, de edificar, no debe descuidarse lo que ha de contribuir más eficazmente a mantener la unión en este organismo; lo que ha de unir las piedras para levantar el edificio”… según el don que Dios me ha dado. ¿Nos ayudamos a reconocerlo y agradecerlo cada una y juntas?
¡Sí, juntas! Así nos lo dijimos en el proyecto de misión al mirarnos como nueva provincia: “si queremos revitalizar la vida de la Compañía en nuestras realidades, solo podemos hacerlo juntas, unidas y, sobre todo, teniendo claro que lo que nos motiva es la misión. Es ella la que da sentido a toda nuestra vida, a todo nuestro ser y hacer” … según el don que Dios nos ha dado.
Hna. Isabel del Valle, stj