Rafaela Ramírez Pérez. 6 de agosto de 2024 (Ávila Residencia)

«Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni naturaleza alguna puede imaginar lo que Dios ha reservado para sus elegidos»

Nuestra hna. Rafaela falleció en Ávila Residencia el día 6 de agosto de 2024. Para la comunidad ha sido muy significativo que Dios quisiera desvelarle su Rostro el día que celebrábamos la fiesta de la transfiguración. Quienes la hemos conocido sabemos de su pasión por la VIDA, y a la vez hemos conocido las limitaciones físicas que sufría desde hacía tiempo. Su cuerpo frágil experimentó de muchas formas el dolor y el deterioro, por eso creíamos que necesitaba ya pasar a la “otra orilla” donde la acogía el abrazo de Padre Dios. Necesitaba una vida nueva, transfigurada.

Tenía 87 años y había nacido en Arucas (Gran Canaria). Alumna del Colegio Teresiano, había bebido en la espiritualidad de Teresa y Enrique desde muy niña. El impacto positivo de su colegio, sus familiares y buenas amigas, también alumnas teresianas, fue determinante en su formación. Llevaba en el corazón muchos nombres, recuerdos, fechas significativas, celebraciones, etc. aunque últimamente también su memoria se resentía.

Entró en la Compañía en 1958. Después del Noviciado fue destinada a su tierra, Gran Canaria. En la comunidad de Las Palmas, donde hizo la profesión perpetua en 1966, estuvo varios años en fechas diferentes. Vivió también en las comunidades de Ciudad Rodrigo, Mora, Madrid, Jesús Maestro, Huelva, Telde, Valladolid, Sevilla, Madrid Casa Provincial y los últimos seis años en Ávila, donde llegó para ser cuidada como necesitaba.

Era una mujer alegre, conversadora, interesada por todo. Ser maestra fue su gran vocación, heredada de sus padres. Vocación que ejerció con ese espíritu teresiano que la caracterizaba y la motivaba siempre.

Manifestaba un gran cariño a la Virgen en su advocación del Pino. Seguramente ella la sostuvo y le ayudó a aceptar pacientemente sus enfermedades, sobre todo en la última etapa.

En medio de la pena que nos causa su despedida, nos alegramos porque ya goza para siempre de la Bondad, la Belleza y el Bien que aquí saboreaba a sorbos.

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