Así hemos vuelto a un nuevo curso, preparando paso a paso y detalle a detalle las medidas de cuidado mutuo que esta situación actual está pidiéndonos, en medio de la incertidumbre que seguimos viviendo en los colegios, parroquias y ámbitos de trabajo y convivencia diversos.
¿Cómo ayudarnos a sostener la esperanza en una realidad que, dice González Buelta, “no está dejada de la mano de Dios ni es des-graciada, porque Dios trabaja en ella y crea el futuro nuevo con nosotros”, a pesar de la dureza que tantas personas sufren?
Dice él también que “necesitamos una mirada corta de orfebres para apreciar, amar y dar calor a lo más diminuto de cadajornada, y una mirada larga de centinelas para ver el horizontehacia el que nos dirigimos, pero que ya va dentro de lo pequeño, de la misma manera que la espiga de trigoya está dentro de cada pequeño grano que se siembra”.
Así pasa en el camino de Santiago, en esas madrugadas en las que hay que caminar atentos a las señales para no perder el horizonte y seguir el camino cierto, a la vez que no podemos apartar la mirada en cada paso al suelo que pisamos, mientras la mente y el corazón respiran agradecidos los encuentros dentro y fuera.
Teresa de Jesús compartió el remedio para este caminar[1]: “Es «amor y temor»; el amor nos hará apresurar los pasos; el temor nos hará ir mirando adónde ponemos los pies para no caer por camino adonde hay tanto en que tropezar como caminamos todos los que vivimos”.
En estos días, ¿cómo construir juntos y asumir lo nuevo que es posible, contando con la mayor fuerza que somos nosotros mismos, unidos, despiertos, abiertos a la novedad naciente que vamos alumbrando en los pequeños detalles de cada día?
“¡Ya es tiempo de caminar!”, “preciosa herencia a conservar y enriquecer”, nos deseó el Papa Francisco en la apertura del año jubilar teresiano. Vale la pena actualizar hoy con esperanza este deseo suyo y el de la Santa.
Y ponernos en camino paso a paso: “Si solo miramos la utopía, el horizonte, podemos atropellar con nuestro paso seducido los pequeños brotes germinales, o podemos tropezar con los obstáculos cotidianos. Si solo miramos lo germinal, podemos complacernos con los pequeños brotes de vida sin situarlos en la perspectiva más amplia, sin dejar que la utopía para todos nos desapropie de todo y nos ponga en camino”[2].
Y poner en el camino piedra a piedra, para construir puentes y futuro: “¿Cuál es la piedra que sostiene el puente? pregunta Kublai Jan.
El puente no está sostenido por esta o por aquella, responde Marco, sino por la línea del arco que ellas forman.
Kublai permanece silencioso, reflexionando. Después añade: ¿por qué me hablas de las piedras? Lo único que me importa es el arco.
Polo responde: sin piedras no hay arco”[3].
¿Cuál es
mi paso? ¿y mi piedra? Con otras más será puente y haremos camino. Y al
caminar, la esperanza se verá más clara en el horizonte, y se fortalecerá la
que pasa por nuestras manos.
[1] Camino de perfección 40, 1. Teresa de Jesús.
[2] La utopía está en lo germinal. B. González Buelta, sj
[3] Las ciudades invisibles. Italo Calvino