Natividad Ramos Carbajal. 16 de octubre de 2024 (Ávila Residencia)

El día 16 de octubre de 2024, a las 8 de la mañana, fallecía en Ávila-Residencia nuestra hermana Natividad Ramos Carbajal. Tenía 98 años y había nacido en Villamuñío, un pequeño pueblo de la provincia de León.

Espontánea y agradecida siempre, evocaba con emoción su infancia en una familia numerosa de honda piedad cristiana. Tenía muy vivo el recuerdo del rezo del rosario y de otras oraciones que padres y hermanos mayores se encargaban de enseñar a los más pequeños en el entorno familiar.

Entró en la Compañía en Tortosa en 1945, y después de la primera profesión fue destinada a la comunidad de Ciudad Rodrigo, donde hizo sus votos perpetuos.

Recorrió buena parte de la geografía española: Barcelona Ganduxer, Madrid (Goya, Jesús Maestro y Puebla), Valladolid, Oviedo, Las Palmas, Mora…  Ya jubilada formó parte de las comunidades formativas del noviciado en Ávila y del noviciado interprovincial en Madrid. También formó parte de las comunidades de la Casa de acogida de Madrid y de la Casa de Espiritualidad de Ávila.  Finalmente, en 2014, fue destinada a la comunidad de Ávila Residencia, donde acompañó a las hermanas mayores y a su hermana enferma, también teresiana.

Fue una hermana muy buena, fácil para la convivencia, muy piadosa, agradecida, cariñosa y apóstol entre los pequeños, con los que desarrolló su vocación de maestra con alegría, dedicación y empeño. Destacaba, sobre todo, por su carácter positivo y entusiasta. Su amor a la Compañía y su interés por todo lo que se vivía en la familia teresiana eran palpables. Disfrutaba con las buenas noticias y convertía en oración de petición las situaciones dolorosas de la humanidad.

Una de las frases teresianas que llevaba en el corazón y repetía frecuentemente era “dejarse en las manos de Dios es lo más acertado en todo”. Estaba convencida, desde la fe, que esas manos bondadosas del Padre la acompañaban siempre y la iban a recibir en su casa. Los últimos años de Nati no fueron fáciles por la enfermedad, la pérdida de fuerzas y de capacidades. Anhelaba el descanso en Dios y expresaba muchas veces su deseo de abandonarse en Él con confianza filial. Ahora ya saborea la Vida que Jesús nos ha prometido y estamos seguras de que será una buena intercesora por la Compañía.

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