En la madrugada del día 4 de abril, nuestra hermana Montserrat vivió el ENCUENTRO definitivo con Padre Dios.
Llevaba mucho tiempo deseando este momento. La enfermedad, larga y penosa, le fue privando de la comunicación con las hermanas, sólo con sus ojos, nos hablaba y agradecía. En enero celebramos con gozo y gratitud sus 100 años, hoy la dejamos en manos del que siempre fue el Señor de su vida.
Para los Santos, morir es comenzar a vivir para siempre, repetía San Enrique de Ossó y cuentan que se llenaba de gozo cuando una hermana se encontraba definitivamente con el Señor. Y este gozo intuía y deseaba nuestra hermana Montserrat; Montse o Rat, según su deseo. En el año 77, hace cuarenta y cinco años, escribió Montserrat lo siguiente:
“Me’n vaig allà a viure amb el Pare. Germanes , al llegar el momento feliz del ENCUENTRO sin obstáculos con mi PADRE-ESPOSO, con MARÍA mi MADRE, con mis padres y con todos los demás que ya cambiaron el Destierro por la PATRIA ETERNA, alegraos conmigo. Diariamente, desde mi niñez, me he encontrado con Cristo en la Eucaristía, en la Biblia, en los acontecimientos, en los hermanos. Aunque a veces mi VISIÓN haya sido mala, ÉSTA no lo será. Ya nada ni nadie podrá impedir NUESTRA UNIÓN ETERNA. Cuando veáis que el momento se acerca, os agradeceré que no me lo ocultéis y me ofrezcáis los últimos sacramentos, de modo que me dé cuenta y aun me podáis ayudar a RECIBIRLE con fiesta y alegría.
¿Qué más podemos añadir a sus palabras? Creció en el seno de una familia cristiana y catalana, y bebió tanto de estos dos manantiales que decidió seguir a Jesús en la Compañía y, aunque su vida apostólica le hizo moverse por distintas tierras, nunca perdió el amor a Cataluña: Barcelona- Gracia – Diagonal, Tarragona, Bellvitge, Zaragoza, Padua, Roma, Valencia… han sido campos para su siembra teresiana.
Desde el año 79 ha estado en Ganduxer. Su carácter fuerte y su actuar independiente se han ido transformando, por obra de la gracia, en una dulzura, alegría, generosidad e interés por las demás, que despertaban ternura. Sabemos que ya goza del Padre pero la vamos a echar mucho de menos.
Descanse en Paz.