Este curso he cumplido 15 años de trabajo al frente del Centro Esclat, en el barrio de Bellvitge en Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Cuando empecemos el próximo curso estaré en una nueva situación: la jubilación parcial. Dejaré la dirección, pero seguiré vinculada a las personas y al proyecto.
Desde que era muy joven el Centro Esclat siempre me había llamado mucho la atención por el tipo de obra que era y por el trabajo que en él se realizaba. Tuve la suerte de conocerlo muy pronto y de poder tener alguna experiencia de voluntariado algún verano.
Pasaron los años, estuve en distintas escuelas y responsabilidades, hasta que se me propuso asumir la dirección del Esclat. Mi sentimiento fue de ilusión, unido a un profundo respeto.
Ahora, cuando hago un balance de todos estos años, mi principal sentimiento es el de agradecimiento a la Compañía por haber confiado en mí. El Centro Esclat, como toda obra social, ha tenido sus momentos buenos y sus momentos difíciles. Siempre he notado el apoyo incondicional de la Compañía.
He intentado dirigir el centro con las personas y para las personas. Con las personas del equipo: educadoras y educadores con un componente vocacional muy grande, convencidas del trabajo que realizan, y teniendo como centro el proyecto, la misión. En este sentido ha sido muy fácil sentirse miembro de un gran equipo, con personas responsables e implicadas completamente en sacar adelante los proyectos. De ellas he aprendido mucho: de las veteranas y de las más jóvenes.
Para las personas: niños/as, adolescentes, jóvenes, adultos, familias… El Centro Esclat desde sus variados proyectos llega a muchas personas, todas ellas vulnerables y con diferentes situaciones y necesidades. Es marca del Centro intentar llegar a cada una de ellas, con acompañamiento, atención personalizada… Esto nos ha hecho tener relaciones muy intensas con las personas, relaciones marcadas, en muchos casos, por la estima y el agradecimiento. Relaciones que ponen de manifiesto la lucha y la valentía de muchas personas al tener que afrontar situaciones nada fáciles de su propia vida personal i/o familiar.
El Centro Esclat siempre ha tenido otro elemento que ha marcado completamente su modo de trabajar: el convencimiento de que la vertiente educativa es la mejor para trabajar con las personas. El Esclat puede ser visto como una obra social, y lo es. Pero las obras sociales se pueden quedar en una atención hecha sólo desde la óptica asistencial. En el Esclat el componente educativo ha movido siempre todos los proyectos: hacer que las personas encuentren en ellas mismas la riqueza necesaria para afrontar sus vidas, liberarlas de dependencias, y dotarlas de capacidad de relación para buscar respuestas a sus necesidades de una forma digna.
En este contexto se puede aprender mucho. Me siento contenta y agradecida por todos estos años vividos y estoy contenta de poder seguir vinculada al proyecto y a las personas.
Mercè Basté Ribera
Barcelona, julio 2020