Mercedes Fernández García. 7 de diciembre de 2024 (Madrid Casa Provincial Residencia)

Mercedes Fernández García, nació en Barzana de Quirós (Asturias) el 2 de junio de 1922. Entró en la Compañía en 1944, iniciando su camino de teresiana en Tortosa, junto a los restos de Enrique de Ossó, por quien sentía gran admiración como Padre y Maestro. Sus primeros pasos después del noviciado los fue dando en América como misionera y educadora. Buenos Aires, Asunción, Montevideo, Rivera… fueron testigo de ello. En 1962 regresó a España a la Casa Madre de Ganduxer -Barcelona-, en donde estuvo ocho años, tras los cuales recibió el regalo de ir a su tierra natal durante cuatro años. En 1974 fue destinada al Colegio Teresiano de Las Palmas de Gran Canaria donde permaneció durante treinta y tres años dedicada a la enseñanza, como lo había hecho en sus destinos anteriores, y una vez jubilada, a trabajos auxiliares, principalmente atendiendo el comedor de las alumnas y de la comunidad. De allí nos han llegado recuerdos de sus antiguas alumnas: «la madre Mercedes era servicial, alegre, muy educada y querida por todas», «mujer de memoria envidiable, siempre con una sonrisa, supe atenta. Cuando me encontraba por el colegio siempre me preguntaba por mi familia. Se supo adaptar a las nuevas generaciones y a los cambios»

En 2007 viene a Madrid Residencia Casa Provincial, en los que ha permanecido sus últimos años de vida, reduciéndose poco a poco su actividad exterior y aumentando la interior.

Privada muchos años del oído, nunca se aisló ni se desentendió de lo que pasaba en nuestro mundo, leyendo los subtítulos de los telediarios, el periódico y las revistas. Estaba atenta a cada hermana y a lo que sucedía a su alrededor. Con frecuencia, cuando nos acercábamos a ella, nos preguntaba: ¿cómo estás?… Y todo eso era materia para sus largos tiempos de encuentro con el Señor en la Capilla y en su habitación.

De corazón agradecido, en su rostro dibujaba continuamente una sonrisa y sus labios pronunciaban «muchas gracias» de manera habitual.

El día 7 de diciembre de 2024 experimentó lo que dice el salmo 10 «Los buenos verán su rostro», después de una larga vida de 102 años. Tras una agonía prolongada durante varios días, descansó en los brazos del Padre. La Virgen, de quien era tan devota, se la llevó a celebrar su fiesta de la Inmaculada.

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