Nuestra querida hermana María Luisa Climent Moliner (María), descansó definitivamente el día 26 de enero.
Nos deja un rastro de hermana BUENA, en todo el sentido de la palabra. Su corazón no sabía de rencores, ni dobleces, era llana, sencilla y sumamente servicial. Vivía pendiente de todas y cada una y hasta última hora todo su afán era cuidar de todas.
Era muy comunitaria. Su pregunta era: ¿la comunidad dónde está? yo con todas. Buscaba la compañía de hermanas. Nos quería y la queríamos entrañablemente todas. Si en algún momento le decíamos: Vas a tener Sólo Dios basta, ella respondía: “no yo aquí, con vosotras, que estoy muy bien.”
Entrañable con su familia, sus sobrinas la venían a visitar con mucha frecuencia y también la llamaban por teléfono. Para ella era una alegría profunda. En la comunidad nos deja un vacío muy grande. Ahora, desde el cielo, seguirá pendiente de nosotras y todavía nos podrá cuidar mejor. Nuestro Padre se la ha llevado a celebrar con él la VIDA. ¡Gracias!