A las 15.15 h. del día 19 de septiembre, falleció nuestra querida hermana Ma del Carmen Otondo.
La muerte siempre tiene un lado negativo por el adiós definitivo que supone, pero cuando a quien llama es una hermana de «las jóvenes» de nuestra comunidad, que está trabajando a pleno rendimiento, sin muestras aparentes de debilidad o cansancio (aunque tal vez lo sintiera), el impacto de la pérdida se acrecienta. Más aún, cuando el proceso es algo sumamente rápido e inesperado.
¿Qué decir de nuestra hermana Carmen Otondo? Mil facetas de su carácter, de su hacer y de su estar, serían reseñables. Ha sido una excelente amiga de sus amigos, una trabajadora incansable, sencilla, detallista y sobre todo, una Teresiana a carta cabal, que desde jovencita puso todos sus talentos al servicio del Reino y nunca ha flaqueado en su actitud de entrega y de servicio.
Hace algo más de una semana, se sintió mal y acudió a urgencias en la ciudad de Irún, a donde había ido por asuntos familiares, y ante la perspectiva de quedar ingresada lejos de la comunidad, solicitó a los médicos que la atendían que la derivaran al hospital de San Sebastián donde quedó ingresada de inmediato. Un cáncer de hígado ha sido la causa de su partida en un brevísimo espacio de tiempo.
Consciente hasta el último momento, sin proferir la más mínima queja, procurando no dar molestias… se ha ido a recibir el abrazo del Padre.
Aquí deja un hueco muy grande porque se ha caracterizado por ser una persona muy solícita del bienestar de los demás y una gran amiga de sus muchos amigos. A cuantos la trataban les hacía sentir bien por su amable acogida, su sencillez, su bondad y su simpatía natural.
Hoy hemos dicho adiós a un alma buena y a un corazón limpio.
Desde el cielo, seguirá cuidando de nosotros porque su amado Señor Jesús, le ha salido al encuentro.
Para ella la vida ya se ha hecho amistad definitiva y plenitud absoluta, porque el amor de Dios la ha acogido en un abrazo infinito y para siempre.
