“Lo que más os despertare a amar”

Hablaba de esto Teresa de Jesús en las cuartas Moradas del Castillo Interior, cuando comienza la persona a darse cuenta de que entra en otro momento de la vida en el que es capaz de reconocer tanto que ha recibido y de ofrecerlo humildemente. Va creciendo el amor porque crece también el ser consciente de cuán gratuitamente somos amados, y se pasa menos “factura” de lo que hacemos por los demás. Y se agradece más.

Dice Antonio Mas, gran teresianista, que en esta Morada comienza la transformación de la persona con el propio conocimiento y el camino de oración, porque ya hay “espacio interior” disponible… como el que piden nuestros móviles hoy, necesitados de constante limpieza de vídeos, audios e imágenes ante la avalancha de información, lecturas, entretenimiento, música… que recibimos y llenan la capacidad de su memoria.

Ya hay espacio interior disponible para el encuentro, para el silencio, para lo que podemos elegir en nuestro día, cuando estábamos acostumbrados a que todo estuviera lleno: agenda, rutinas, trabajo, voluntariado, viajes,… esto me suena a algo de lo que estamos viviendo en estos momentos, en los que la vida nos está ofreciendo esa oportunidad de transformación, de liberar espacio y hacer buenas “limpiezas” en la organización de nuestro día, de lo que nos importa, y en cómo lo estamos viviendo… tal vez también en esa “limpieza” del corazón.

Quién nos iba a decir que nos iba a venir dado, sí o sí, el tiempo y el espacio para esa posible transformación deseada, que no está tan fuera, sino más bien dentro, en casa, con los nuestros, en nuestro interior… Y qué bueno si lo aprovechamos para ese conocimiento propio y mayor tiempo de encuentro y donación: escuchar más, acoger la Palabra y el silencio, acompañarnos sin huir del encuentro, salir al paso y poner en juego lo que cada uno sabemos y podemos, generar lazos en familia y con quienes nos vemos desde las ventanas porque escuchamos y nos unimos al aplauso agradecido y lleno de ánimo para quienes nos cuidan cada día.

Todo un aprendizaje hoy, cada día de estos que se nos están regalando, y ojalá para mirarlos y “leerlos” juntos después. Podría ser como ese “despertar” que dice Teresa de Jesús, del que depende que el amor siga creciendo y saliendo al paso en la vida, y no tanto del hablar y pensar al que estamos acostumbrados. El despertar del amor que es “hacer”, es inventar lo que ayude más, y unirnos en lo que haga mayor bien, y acordar lo que una más, y… como Teresa dice: “Para aprovechar mucho en este camino, no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho, y así, lo que más os despertare a amar, eso haced” (IV Moradas 1, 7).

Lo que más os despertare a amar, eso haced. Tenemos por delante unos días de lujo para el “más”, el “despertarnos”, el “amar” y el “hacer”… mucho en pocas palabras y muy concreto si se aterriza en la vida y en las personas, a pesar de la incertidumbre que vivimos. Lo hacía así Jesús: Iba de camino y vio a un ciego, se acercó, le untó su saliva con barro en los ojos y lo curó, porque además de devolverle la vista, se dio a conocer diciéndole “Yo soy la luz” … Por ejemplo.

Hna. Isabel del Valle, stj

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