Mas allá y más cerca. Más despierto y más concreto… porque van sobrando muchas palabras, no sirven las solas palabras cuando se quiere gastar la vida amando… o aprendiendo a amar. El Papa Francisco vuelve a ofrecernos una mirada con sabor a Evangelio para vivir hoy como Jesús, tocando la vida de las personas más allá de las barreras de la geografía y del espacio… más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite[1]. Y a la vez más acá, más cerca… ¡qué bonito lo dice: regalando cercanía y con el bien común en el corazón!
Hoy seguimos en medio de una pandemia que vuelve a hacerse fuerte entre nosotros, y seguimos también preguntándonos qué otro modo de vivir, de estar, de hacer, de trabajar, de convivir y compartir… es hoy posible y nos saca del temor, de la desesperanza, del ensimismamiento, del egoísmo… La experiencia de Teresa de Jesús en su caminar cotidiano, siempre compañera y maestra de vida, siempre inquieta buscadora de respuestas, nos avisa del cuidado de no echarnos a dormir ni dejar de crecer el amor, que nunca está ocioso[2]… si es amor.
Por eso, cuando la pregunta es ¿qué puedo hacer ahora?, porque ya no puedo lo de antes, ni como antes, ni donde antes… ¡qué bueno podría ser volver a aquel pasaje donde Jesús se retrata y nos dice cómo pasar los días sin pasar de largo!
Jesús cuenta que había un hombre herido, tirado en el camino, que había sido asaltado. Pasaron varios a su lado, pero huyeron, no se detuvieron. Eran personas con funciones importantes en la sociedad, que no tenían en el corazón el amor por el bien común. No fueron capaces de perder unos minutos para atender al herido o al menos para buscar ayuda. Uno se detuvo, le regaló cercanía, lo curó con sus propias manos, puso también dinero de su bolsillo y se ocupó de él. Sobre todo, le dio algo que en este mundo ansioso retaceamos tanto: le dio su tiempo. Seguramente él tenía sus planes para aprovechar aquel día según sus necesidades, compromisos o deseos. Pero fue capaz de dejar todo a un lado ante el herido, y sin conocerlo lo consideró digno de dedicarle su tiempo… Todos los creyentes necesitamos reconocer esto: lo primero es el amor, lo que nunca debe estar en riesgo es el amor, el mayor peligro es no amar (cf. 1 Co 13,1-13)… y amar con ternura. «¿Qué es la ternura? Es el amor que se hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos.[3]
Después de esto, si nos sigue viniendo esa
pregunta ¿qué puedo hacer ahora?, o incluso si nos llega la tentación de pensar
que no podemos hacer nada, os invito a mirar dónde tenemos puesto el corazón,
los ojos, los oídos, las manos… Teresa de Jesús dice que es en los efectos y obras de después, donde se conocen las verdades que
vemos en la oración[4]
y sentimos en los deseos. Yo creo que los efectos y obras están donde tenemos
el corazón, los ojos, los oídos, las manos y hasta los pies. ¡Qué bueno también
si los ponemos en la misma barca donde
estamos todos… Todos!, repetía el Papa durante la pandemia. Será concretar
el amor. Y remar juntos.
[1] Fratelli tutti. Papa Francisco.
[2] Teresa de Jesús, V Moradas 4,10
[3] Fratelli tutti, 63, 92 y 194.
[4] IV Moradas 2, 8.