“Dichosas vidas que acaban en servicio del Señor…” Esta frase se puede aplicar con toda exactitud a nuestra Hermana Juana, entregada del todo a su vocación teresiana, educadora hasta lo profundo de su ser, atendiendo siempre a los más pobres, los más sencillos.
Había nacido en Mas de Barberans, un pueblo cercano a Tortosa, hace ya 96 años, y el mes próximo iba a celebrar sus Bodas de Diamante en la Compañía. Pero el Señor prefirió que las celebrara con Él en el cielo. Juana se fue deteriorando poco a poco por la edad más que por enfermedad.
Era una persona sencilla, agradable, humilde. Se estrenó como maestra en Barcelona-Ganduxer atendiendo con toda el alma a las colegialas gratuitas y trabajando con mucho interés con sus familias. Al cabo de diez años inició una carrera de destinos; marcados todos por su deseo de servir a los más necesitados: Montjuic, Vinebre, Bonavista, Bellvitge, San Cosme, Les Roquetes…
Y al fin le llegó el momento de regresar a Jesús-Tortosa, donde había iniciado los primeros pasos de su vida religiosa en la Compañía y desde donde esperaba encontrarse con Jesús, acompañada por nuestro Padre. Dispuesta, trabajadora mientras pudo, sencilla, recordamos con cariño cómo daba clase “desde su cama y en voz alta” a unos alumnos imaginarios, porque de lo que rebosaba su corazón hablaba su boca.
Su vida se fue apagando poco a poco. Murió el día 30 de mayo. Sus restos descansan en el cementerio de Jesús.
Damos gracias a Dios por su vida y estamos seguras de que, desde el cielo, le pide al Señor por su amada Compañía y por todas las personas que necesitan apoyo, educación, asistencia, con el deseo de que nuestro mundo sea más humano.