Mucho se habló y se sigue diciendo, gracias a Dios, sobre este gran evento, que fue la JMJ, en Lisboa, del 1 al 6 de agosto pasado, con las pre jornadas del 26 al 31 de julio en el diversas diócesis de Portugal y en las sedes de los principales movimientos de la Iglesia y de las diversas asociaciones católicas en todo el mundo.
Fue una gran ola de Esperanza, Confianza y Fe porque quien estaba al timón del “barco organizativo” era el centro mismo de las Jornadas, Jesucristo, que quería que “todos, todos, todos, sin excluir a nadie”, encontraran las puertas abiertas de la Iglesia que él fundó, que sólo puede ser la “Casa de la Alegría”, donde todos nos sentimos acogidos, amados y cercanos.
Por eso clasifico este evento de la Iglesia como “UN PEDAZO DE CIELO”.
¿Es porque?
1- Ola de Solidaridad
Esta “ola de solidaridad” se dio a todos los niveles, con ricos y pobres, con niños y jóvenes, con adultos y ancianos colaborando con ofrecimientos de dinero y bienes, y con tiempo y manos para colaborar en un esfuerzo solidario inusitado.
¿Y qué decir de los casi 50 mil voluntarios que asistieron a las jornadas de la JMJ en Lisboa? Vestidos con una camiseta amarilla y con una gran “V” en la espalda, los jóvenes se dispersaron por las calles, por las iglesias, desde el Parque Eduardo VII (el cerro del Encontro) hasta el Parque Tajo, los jóvenes voluntarios sonreían a todos con una sonrisa, un gran brillo en sus ojos y realizaron las tareas que les fueron encomendadas, en cada centro y momentos vividos con el Papa. La solidaridad de muchas personas llevó también la JMJ a residencias de ancianos, centros de drogodependencias, hospitales, prisiones y centros para personas con discapacidad, etc. Nadie podía quedar fuera de este gran evento de la Iglesia Católica, cuyo mensaje fue decirles a todos: Jesús te ama, se preocupa por ti y quiere llegar a tu corazón. Vi gestos tan bellos, en tantos voluntarios y peregrinos de todas las edades, que muchas veces me pregunté: ¿Por qué no debería ser siempre así? Estos gestos se sintieron como el cielo, como el paraíso.
2- ola de evangelización y oración
A lo largo del tiempo de preparación a la JMJ de Lisboa, los jóvenes de las parroquias y de los diversos movimientos juveniles de la Iglesia se prepararon con catequesis diseñadas al efecto, con intensos momentos de oración y reflexión.
Conozco a jóvenes que, ya en el mundo del trabajo, se reunían, a altas horas de la noche, para catequesis de preparación y momentos de oración. Los encuentros, vía zoom, fueron frecuentes y separados por muchos kilómetros, los jóvenes se juntaron y compartieron el deseo y la esperanza de poder participar en la JMJ. Muchos incluso tomaron vacaciones en este momento, para poder participar en todas las actividades de la JMJ y estar presentes a tiempo completo. Nunca ha habido tantos momentos de oración personal y grupal, servicios de oración, viacrucis y recitado del rosario. Los conventos de clausura también se sumaron a la JMJ a través de la oración, acogiendo a los jóvenes que llegaban para orar y descansar, etc. Experimenté una Iglesia unida en la sinodalidad, “caminando juntos”, para que se alcancen los objetivos de la JMJ, basta recordar la belleza del Vía Crucis, en el Parque Eduardo VII donde se rezó, con gestos y palabras, los sufrimientos de los jóvenes de hoy. símbolos, la vigilia de oración en el Parque del Tajo, donde nos conmovió el silencio de los jóvenes, los momentos de canto llenos de interioridad y espiritualidad, basta recordar la canción, “TU ÉS A ESTRELA” de Carminho, la sencilla y desafiante homilías del Papa Francisco, la Eucaristía de envío, etc. Todos estos momentos me llevaron de nuevo al bienestar interior y a sentir la presencia de Jesús dentro de mí y allí a mi lado la misma presencia en el millón y medio de jóvenes que oraron conmigo. Todos estos momentos profundos, felices y coloridos me hicieron murmurar internamente: “JMJ, un pedacito de cielo”.
3- OLA de amor a la manera de María la Señora “apresurada”
Como dijo el Papa Francisco, “los dos grandes protagonistas de la JMJ fueron JESÚS y MARÍA. Fuimos por ellos a la JMJ, con ellos aprendimos a amar y servir. Como ellos, seremos LUZ en un mundo que insiste en vivir en la oscuridad. En la Eucaristía de envío, el 6 de agosto, en el Parque Tajo, el Papa nos invitó a emprender la vida buscando “Amar como Jesús, esto nos hace luminosos, esto nos lleva a hacer obras de amor”.
Y el Papa nos invitó a vivir cada día en esta ola de Amor, porque quien ama no se queda de brazos cruzados, quien ama sirve, quien ama corre a servir, quien ama vive comprometido al servicio de los demás. Con Jesús y María aprendemos a amar, a servir, a vivir con Esperanza, a no tener miedo. Y en el encuentro con los voluntarios de la tarde del día 6, el Papa, recordando a los surfistas de Nazaré, pidió: “Seguid surcando las olas del Amor, las olas de la caridad. Sean surfistas del AMOR…
Que el servicio brindado por ustedes en esta JMJ sea la primera de tantas olas de bien, cada vez serán llevados más alto, más cerca de Dios y esto les permitirá ver su camino desde una mejor perspectiva”.
Porque todo lo que viví, experimenté y escuché me habló de AMOR y CARIDAD, puedo decir que la JMJ fue, y debe seguir siendo, por nuestros pequeños pasos dados cada día en el camino del servicio, del respeto a las diferencias, de los caminos de la bondad. , cercanía y AMOR, un “pedazo de cielo en la tierra”. (María de Fátima Magalhães stj)