Jesús-Residencia – Fiesta de la Castañada

El encuentro festivo de las hermanas de Jesús-Residencia, puede comprenderse bien a la luz de estas frases entresacadas de la Gaudete et Etxulate del Papa Francisco (n. 126-128):

“Ordinariamente la alegría cristiana está acompañada del sentido del humor. Es tanto lo que recibimos del Señor, «para que lo disfrutemos» (1 Tm 6,17), que a veces la tristeza tiene que ver con la ingratitud, con estar tan encerrado en sí mismo que uno se vuelve incapaz de reconocer los regalos de Dios.101 127. Su amor paterno nos invita: «Hijo, en cuanto te sea posible, cuida de ti mismo […]. No te prives de pasar un día feliz» (Si 14,11.14). Nos quiere positivos, agradecidos y no demasiado complicados. En todo caso, hay que mantener un espíritu flexible, y hacer como san Pablo: «Yo he aprendido a bastarme con lo que tengo» (Flp 4,11).

No estoy hablando de la alegría consumista e individualista tan presente en algunas experiencias culturales de hoy. Me refiero más bien a esa alegría que se vive en comunión, que se comparte y se reparte, porque «hay más dicha en dar que en recibir» (Hch 20,35) y «Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9,7). El amor fraterno multiplica nuestra capacidad de gozo, ya que nos vuelve capaces de gozar con el bien de los otros: «Alegraos con los que están alegres» (Rm 12,15). «Nos alegramos siendo débiles, con tal de que vosotros seáis fuertes» (2 Co 13,9).”

Nos cuentan nuestras hermanas:

“Un año más llegó la fiesta de la castañada, para celebrar Todos los santos. En esta fiesta se comen castañas, boniatos y los célebres panellets, unos dulces hechos a base de almendra y azúcar que, según dicen, son de origen árabe. Este año las hermanas de la enfermería elaboraron estos dulces, dándoles diversas formas.

El día 31 al atardecer, nos reunimos toda la comunidad y las gerocultoras para degustarlos y recibir a las castañeras, que nos explicaron algo de su vida. Fue una fiesta entrañable y… ¡provechosa!”

Nos alegramos porque en estos pequeños gestos nuestras hermanas nos enseñan a vivir esa alegría que se vive en comunión, que se comparte y reparte.

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