En la paz del Señor se nos fue al cielo el día 29 de junio nuestra querida Hna. Mercedes. Como consecuencia de la rotura de cadera y de la operación posterior hemos presenciado una lenta y dolorosa agonía y también la lucidez de su vida de oración: Te amo, Señor. Te amo muchísimo. Si es tu voluntad quítame estos dolores que ya no puedo más. Yo quiero hacer tu voluntad. “Ven muerte tan escondida…” Ven, Jesús, ven.
Conoció a la Compañía estudiando en el Colegio de la Purísima Concepción (Refugio) y cuando terminó la carrera entró en el noviciado de Tortosa el 14 de octubre de 1943. Desde ese momento se entregó con la seriedad y rectitud que la caracterizaba a todo lo que la Compañía le fue confiando hasta llegar a ser Vicesuperiora general en el generalato de la M. Pilar Suárez-Inclán. Todavía hay Hermanas que la recuerdan como superiora, prefecta o maestra de junioras.
En los inicios de la nueva sede de la Provincia del Sagrado Corazón en la calle Federico Grases de Carabanchel, ella y la Hna. Laura Laínez vinieron a vivir aquí, aun sin estar terminadas las obras. El hecho de ser vecinas a la Parroquia de Nuestra Señora del Sagrario le permitió dedicar las tardes al proyecto y realización del Aula Cultural de Cáritas, en ella ejercicio como secretaria y profesora. Muchas señoras la recuerdan con profundo cariño por su dedicación e interés en promover su nivel de conocimientos y de autoestima.
Por la mañanas, de manera callada y eficaz las cartas y todo lo relacionado con nuestro Padre, produjo un trabajo que se habrá perfeccionado con los medios más modernos, pero que tuvo su inicio en la máquina de escribir antigua que utilizó la Hna. Mercedes y con la ayuda que pidió a las Hermanas jubiladas que iban llegando a la casa. Durante varios años, viajando un mes al año a Roma, le permitieron ordenar al archivo general con todo lo relacionado con San Enrique de Ossó.
Si hubiera que destacar algo, además de su teresianismo-ossoniano, habría que señalar su silencio: en relación a su numerosa y distinguida familia, a su trabajo en todo lo que fuera iniciativa suya. Le gustaba ser “segunda”, es decir, permitir que se luciesen los demás.
Que la Santísima Virgen de la que era muy devota sobre todo en el misterio de su Asunción, era su nombre de Compañía, le haya acompañado a encontrarse con Jesús: su “único Amor”.