Hna. Mª Teresa Buisán Palacín. 20 de junio de 2020 (San Sebastián-Residencia)

Nuestra hermana  recibió el abrazo del Padre el día 20 de Junio.

Los seis últimos años de su larga vida los pasó en esta casa de San Sebastián-Residencia, y en este tiempo, sus facultades se fueron debilitando hasta quedar en un estado de dependencia total. Sin embargo, nunca se percibió en ella una expresión de tristeza ni desagrado. Su muerte fue rápida. Ella que nunca fue amiga de lentitudes, se fue en unas horas,  suavemente, diríamos que sin sufrir;  su paso de este mundo al Padre ha dejado una gran huella de paz.

Nació en Zaragoza y se sentía muy orgullosa de ser aragonesa. De joven, estudió en el Colegio de las Teresianas de la Calle Zurita, y allí fue su encuentro con Jesús, que la llevó a entregarle su vida en la Compañía. Estudió Químicas en Salamanca y la primera experiencia de su apostolado fue en San Sebastián, en el Colegio de la Calle Zabaleta. Era una tierra que amaba desde niña puesto que la familia pasaba sus veranos en esta ciudad y dejó en ella vínculos de amistad que  mantuvo a lo largo de su vida.

Muchas virtudes podríamos decir de Mª Teresa, pero, por destacar alguna, y tal vez sea la más destacada, fue su fortaleza de carácter, que, unida con el  sentido de la rectitud y del cumplimiento del deber, hacían sus decisiones firmes y determinantes. Su amor por la Compañía y su talante de formadora le valieron el que una gran parte de su vida ejerciera de Maestra de Junioras e Instructora de Tercera Probación. Teresiana a carta cabal y por tanto disponible, supo acoger desde la obediencia aquello que la Compañía le fue manifestando como voluntad de Dios.

A pesar de ser de un temperamento dinámico y activo, la hondura de su espiritualidad la hizo buscar en la Casa de Oración la expansión de su vertiente contemplativa donde quiso retirarse tras el cese de sus actividades.

De allí, vuelta a San Sebastián.

Han sido largos años de máxima limitación, y muchos días en los que su mente se ha ido apagando mientras que su corazón permanecía despierto, sensible a cualquier muestra de cariño, tanto para recibirla como para darla. Y así, con ese amable sabor de boca, se ha ido de este mundo para acudir al abrazo del Padre en el día del Corazón de María en el que habíamos cantado:

“En tu corazón de Madre, guárdalo todo para el Señor”.

A esta Madre que tanto amó en su vida, encomendamos el alma de María Teresa, y le pedimos que nos siga alentando desde el cielo, porque para ella lavida ya se ha hecho plenitud y silencio contemplativo, y el amor se  ha transformado en ENCUENTRO.

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