Hna. Mª Jesús Arzubialde. 17 de enero de 2020 (San Sebastián – Residencia)

Nuestra hermana falleció a las ocho de la tarde del día 17 de enero del 2020 en la paz del Señor a los 90 años de edad.

Nuestra hermana ha sido una mujer buena, íntegra, leal y sobre todo, una fiel seguidora de Jesús.

Como hija de vasco y de riojana, fue fuerte, autónoma, disponible, humilde, generosa, siempre a punto para ayudar, acoger y acompañar. Cuando se empeñaba en algo, se empeñaba de verdad.

Nació en San Sebastián, en el seno de una familia de hondas raíces cristianas. Estudió en el Colegio de las Teresianas de la Calle Zabaleta, con lo cual, desde los albores de su vida, su personalidad se nutrió del espíritu evangélico y de Jesús, vivido en casa y en el colegio. Estas fueron las bases que la llevaron a entregarle su vida en la Compañía.

Ejerció su apostolado en varios campos. Primero como maestra de párvulos y luego como administradora y ecónoma; pero si bien estos oficios los cumplió con esmero, su rasgo distintivo fue saber estar en segundo plano.

Nació la segunda, y vivió casi siempre así, con la elegancia de los sencillos y limpios de corazón. Verdaderamente, nunca quiso grandezas que superasen su capacidad. Vivió hondamente su relación con Jesús.

En estos últimos años que ha vivido entre nosotras, nos ha dejado ejemplos palpables de esa intimidad. Pasaba largos ratos en la capilla y en una ocasión, la Hna. Coordinadora preocupada porque en la capilla hacía frío, le preguntó ¿qué haces aquí? “ESTAR CON JESÚS” fue su respuesta.

 Muchas virtudes podríamos decir de ella, pero por destacar alguna mencionaremos: su capacidad de adaptación, su sentido común, su talante para la vida comunitaria y su hondura. Teresiana a carta cabal y por tanto disponible, de modo que supo acoger desde la obediencia aquello que la Compañía le fue manifestando como voluntad de Dios. Prudente y cariñosa humilde y responsable, educadísima en el trato y muy andarina e independiente.

Poco más de un mes es lo que ha estado imposibilitada y solamente dos días en cama en los que entró una agonía lenta y suave. Y así, como ha sido su paso por esta vida, en silencio y paz, dejó este mundo para acudir al abrazo del Padre.

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