Vamos escuchando cómo los partidos políticos van haciendo ensayos en un tiempo que ya es casi abiertamente de campaña y en el que se van poniendo sobre la mesa las ofertas que cada uno puede hacer para superar al otro en momento de tanta crisis e incertidumbre.
Y no deja de haber, a la vez, cansancio en la población ante palabras vacías o posturas solo abiertas a la confrontación y no tanto al diálogo más constructivo. Son muchos los grupos sociales que en estos días manifiestan su descontento ante promesas que no llegan a la vida real, que tienen que sortear una burocracia costosa o que tardan demasiado en concretarse para “los de a pie”.
En este contexto escuché el otro día en una interesante tertulia, que no se puede seguir hablando y prometiendo mejoras, sino entregarlas, entregar las mejoras de una vez… hablaba de la controvertida ley del “sí es sí”, e insistía en que hay que poner remedio ya, hacer lo que es mejor para todos y no seguir con diálogos bloqueados.
Y se me quedó eso de entregar las mejoras… de nuevo aquello de ¿cuántos panes tenéis?… dadles vosotros de comer. Sí, qué mejoras puedo entregar donde vivo y con quien me relaciono. Qué mejoras podemos pensar entre quienes queremos intentar no solo decir, no solo quejarnos, sino buscar alguna respuesta posible para un bien mayor -por pequeño que sea- en nuestra realidad.
Cómo unir miradas limpias, inquietudes comunes, sueños que renuevan, acciones que dan vida y promueven la esperanza… más allá de palabras y deseos solos… En aquel descampado sucedió un milagro cuando un niño rebuscó en su bolsa y ofreció cinco panes y dos peces. Las mejoras que tenía… Y dicen que el milagro se agrandó cuando otros, al verlo, hicieron lo mismo y pusieron en común lo suyo. Y el don de cada uno fue bendecido al compartirse.
Dice Teresa de Jesús de estas personas -las que buscan y entregan mejoras-, que conocen bien desde muy lejos las que lo son de palabras, o las que ya estas palabras han confirmado con obras; porque tienen entendido el poco provecho que hacen los unos y el mucho los otros[1].
¿Somos aquel niño que comparte?, ¿somos quienes confirman las palabras con obras?, ¿somos quienes buscan y entregan mejoras en lo que viven y ven posible?
Vivimos el tiempo de los intentos, que debemos amar, aunque esa hora nunca brille… conscientes de que solo el amor convierte en milagro el barro, solo el amor engendra la maravilla, solo el amor alumbra lo que perdura y consigue encender lo muerto[2]…
Hay mucho pan que buscar para dar de comer, mucha paz que construir día a día -¡un año de guerra en Ucrania!- y muchas personas que lo esperan. Que esperan que entreguemos las mejoras.
[1] Cfr. Vida 21,8
[2] Canción de Silvio Rodríguez “Solo el amor”