En un mundo herido, una buena noticia: cena “de los sentidos y sentimientos”

Seguramente habrá muchas buenas noticias, pero se hacen públicas solo las malas, hablamos de las desgracias mucho más que de las «gracias».

Hoy abrigo una gran ilusión: presentar una buena noticia que pasará desapercibida para la mayoría de los medios, pero que al menos podrán leer aquellos a los que les interese este tipo de noticias y que para las hermanas, será motivo de alegría.

En el Hospital de Campaña de Santa Anna (Barcelona) se juntan muchos voluntarios: unos que, con gran constancia prestan servicio semanalmente desde hace tiempo, y otros que lo hacen esporádicamente o en momentos claves.

Pero, cuando llega una fecha determinada y se propone alguna iniciativa para aportar dinero que supla la falta de subvenciones, se producen verdaderos milagros de coordinación: «una cadena de favores».

Realmente, cuando una serie de personas con una ideal común se propone llevar a término una obra a favor de los hermanos, surge un milagro, el milagro de «la multiplicación de los panes y de los peces». Y la cadena de favores desencadena una explosión de amor y de fraternidad. Eso es lo que vivimos el 26 de septiembre de 2019.

Y queremos contarlo por la gran implicación que tuvimos las teresianas en ello.

Todo empezó cuando M. José Conde, una voluntaria, experta en unir fuerzas en favor de los más desfavorecidos, nos sugirió hacer una cena benéfica con implicación de mucha gente. No se trataba, pues, de la típica cena organizada a base de un catering que lo prepare todo pagando un tanto para «los pobres». No, se trataba de unir esfuerzos y de poner en marcha esa cadena de favores.

Era necesario conseguir personas y empresas que estuvieran dispuestas a poner  de su tiempo, su material, sus productos  y su dinero para que el resultado de la recaudación fuera lal mejor posible. «Maxipan» proporcionó unos panes de payés que daban gloria verlos y más comerlos. Eran imprescindibles para la «cata» de aceites como primer plato que llevase después a votar a los paladares que los probasen.  «Olis Anglada» y «Olis Casas de Hueldo» fueron los benefactores. Había aceites del Siurana, del Empurdan, de Cáceres, de Córdoba y de Toledo.

La «cata» resultó de un gran atractivo para los participantes que entre prueba y prueba habían de dar un mordisco a una deliciosa manzana también aportada por los voluntarios, y allí preparada para  quitar el gusto entre los aceites.

El plato fuerte fue una aportación del Restaurante «Els Ocellets» que ya ha colaborado en otras ocasiones. Un equipo de cocineros con una chef extraordinaria, siguiendo el deseo del dueño del establecimiento, cocinaron un rosbif delicioso con guarnición, para 200 comensales.

El postre fue obra de una voluntaria que preparó los doscientos pastelitos individuales.

Hasta aquí la comida preparada con amor.

¡Pero aún había más para que resultara una noche mágica! Por eso el título del encuentro era éste: «Cena de los sentidos y los sentimientos». Los sentidos -desde el primer momento- se veían acariciados por la belleza del claustro adornado con luces de colores para la ocasión por «Natura Bissé», y las mesas eran un primor de estética y detalles gracias a las voluntarias que las habían montado con los manteles donados por «Ribas i Casals». El sonido de la fuente en medio del claustro recreaba los oídos.  No faltaba detalle para que «la noche de los sentidos» fuera mágica.

Pero no acaba aquí la cadena de favores. Y aquí llega entre otras cosas, la participación TERESIANA, a parte de las hermanas que ya estamos implicadas siempre. ¿Cómo podíamos conseguir camareros/as para 200 comensales, y 20 mesas amplias? Costaría un dineral… Y la solución la encontramos en un grupo de jóvenes estudiantes de Bachillerato y de la ESO de los teresianos de Ganduxer y Gracia.

Jóvenes que jamás habían hecho un servicio de ese tipo pero que, atendiendo a las indicaciones que les dieron, actuaron como verdaderos profesionales. Añadiendo el encanto de su edad, todos vestidos de negro, y con la gran voluntad de ayudar con una sonrisa maravillosa. ¡Nunca hubiéramos podido imaginar que pudiéramos contar nada menos que con 48 jóvenes! ¡Dos por cada mesa! Y no solo sirviendo, sino quedándose hasta el final para recoger. Enhorabuena a nuestros/as jóvenes estudiantes. Antes de marcharse nos dijeron que podíamos volver a contar con ellas y ellos.

A cada uno se les entregó un diploma que reflejaba su ayuda durante la cena.

Era también la noche de «los sentimientos». No queríamos que fuera solo una obra benéfica para recoger dinero para el Hospital de Campaña, que también, sino algo más. Unos sentimientos necesarios para llegar a los más desfavorecidos, a los sin techo que encuentran refugio en una iglesia abierta a todos -en especial a los «invisibles»-. Sentimientos de empatía, compasión, misericordia, fraternidad y justicia, de AMOR.  

Las palabras de  Mossén Peio y de Victoria Molins se encaminaron a alimentar estos sentimientos. Victoria habló de su experiencia en el mundo de los sin techo, del perfil de los acogidos y sus necesidades, de las causas que les han llevado a vivir en la calle…, sin olvidar el nuevo perfil que va cambiando: los jóvenes ex-tutelados sin recursos

Peio Sánchez explicó la tarea del día a día. Desde la idea del Papa Francisco de convertir algunas iglesias en «Hospitales de campaña» en donde la gente pudiese encontrar la cura del alma y del cuerpo, habló de los comienzos de la obra y su evolución debido a los cambios de la sociedad y a la llegada masiva de los menores no acompañados y los ex- tutelados.

Una noche que fue posible gracias a la capacidad humana de unir esfuerzos ¿No es esto una buena noticia?  

M. Victòria Molins, stj

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