El Instituto Teresianum ha sido una escuela paritaria católica del centro de Padua, perteneciente a la Compañía de Santa Teresa de Jesús. Ha cerrado su actividad al final de este curso (2021-2022). Estba formada por tres niveles: infancia, primaria y secundaria de primer grado, con un total de 200 alumnos. En ella he realizado mi trabajo de docente de Religión Católica en Primaria y Secundaria y la función de Coordinadora de la pastoral escolar.
Entré en Teresianum en el año 2018 y he desarrollado mi servicio durante cuatro años: un primer año de escucha y conocimiento, un segundo año en el que me hice cargo de la situación como coordinadora de la pastoral escolar, “interrumpido” por la pandemia, y los dos últimos años vividos en la casi normalidad.
Es una escuela no muy grande, en la que la mayor necesidad ha sido optimizar los recursos.
Mi primer paso fue el de “entrar en relación” con quien vive la escuela (niños, preadolescentes, religiosas, docentes y personal no docente).
He tenido la suerte, como profesora de religión, de poder entrar en todas las clases, de relacionarme con todo el personal docente y la de poder compartir la idea de educación que está a la base: el pensamiento del fundador San Enrique de Ossó, gran reformador de la catequesis española del siglo XIX y de Santa Teresa de Jesús, a la cual se inspira. Y los aspectos meramente didácticos: la oferta formativa de la escuela, “el Plan Triennal de la Oferta Formativa”.
Se me confió la enseñanza de la religión y la organización interna de la escuela misma, incluída la presencia de una Comisión pastoral operativa anteriormente formada.
La consigna, escuchar:
- todo aquello que la escuela quiere contarme: una presencia en el territorio, una historia, una trama de relaciones con tantas familias, un ambiente familiar y al mismo tiempo profesional
- todo aquello que quiere ofrecerme: un lugar acogedor, el buen hábito de trabajar juntos, la posibilidad de aprender
- aquello que quiere pedirme: cuidar la espiritualidad de niños, preadolescentes y docentes; entrar en el equipo de dirección, ilusionarme con la escuela, cuidar las relaciones.
Creo que el punto fuerte en mi situación ha sido exactamente el ser profesora de Religión, que me ha permitido tener una visión de conjunto de la escuela: me resulta más fácil conocer las situaciones delicadas, entrelazar confidencias, dificultades, necesidades no solo de alumnos, también de docentes y no docentes.
Para ello he necesitado instrumentos (metafóricos o no) que ya poseia: un proyecto pastoral, la disponibilidad de las personas, la pasión y el deseo de osar…también me he servido de otros instrumentos: ante todo el de una visión más unitaria. Me he valido también de instrumentos prácticos, una guía para “aprender a rezar” y otros dirigidos al personal docente y no docente.
Subyacente a todo esto, un momento cotidiano vivido en clase: la oración de la mañana llamada “El Cuarto de Hora”, según la enseñanza de Enrique de Ossó. No es necesariamente un cuarto de hora de reloj, es una propuesta a la base de todo el itinerario, que lo acompaña y le da significado.
Partiendo de la experiencia del “Cuarto de Hora” hemos trabajado juntos con el objetivo de crear herramientas adecuadas para niños y preadolescentes, una guía para los docentes, para quienes han sido pensados momentos de reflexión con la posibilidad de un retiro y de coordinar los momentos festivos en línea con el proyecto pastoral.
El trabajo de la Comisión pastoral ha consistido en la proyectación del año pastoral en todas sus partes, incluída la evaluación de la experiencia y la actuación de cuanto decidido, cada uno en su propio nivel.
Entrando más directamente en el proceso, en el itinerario inicialmente intuído y luego delineado juntos, y habiendo escuchando las necesidades expresadas en particular por los docentes, he partido de dos ideas extraídas, la primera, de los escritos de Enrique de Ossó y la segunda de la Propuesta Educativa Teresiana.
Enrique de Ossó pone en el centro la figura de Jesucristo con la invitación categórica de conformar con El toda nuestra vida: pensando como El, sintiendo como El, actuando como El. Nos dice también que para hacer eso necesitamos estudiar su vida, conocerla, meditarla, penetrando en los sentimientos, afectos, deseos intenciones e. De aquí se intuye cómo esta figura venga propuesta como un ejemplo muy adherente a lo real, un ideal perfecto ciertamente, pero también muy cercano a todo lo que viven y sienten los niños.
El segundo punto de partida, tomado de la Propuesta Educativa Teresiana, indica al mismo tiempo el fundamento y la meta de la educación integral que la escuela se propone: niños y muchachos “sujetos de encuentro” y “transformadores sociales” a través de la experiencia del amor, descubierto en la relación con Jesucristo y con los hermanos, mediado por la experiencia de la escuela en la familia teresiana.
Se parte por tanto siempre de la relación con Jescristo, o como se le llama, con “el amigo Jesús”. El punto de partida ha sido la experiencia del “Cuarto de Hora”. El “Cuarto de Hora” tiene estas características: hacer experiencia de silencio, de entrar dentro de nosotros mismos, poner al centro el Evangelio, dialogar de tu a tu con Jesús y compartir dentro de la clase.
Nos hemos servido de instrumentos concretos: para los niños de primaria una tarjeta personal para la oración de cada día y un librito “autocompuesto” para la oración más distendida una vez por semana: algo que mostrase el camino recorrido. Para la secundaria, al contrario, hemos optado por recoger una serie de fichas en una carpeta personal.
Las maestras prevalentes en primaria eran las encargadas de conducir el momento de oración y la docente de la primera hora en las clases de secundaria. En particular, para el momento semanal han sido señaladas cuatro profesoras, una por clase, que cuidasen todo el año este aspecto particular. Esto significa que los docentes tendrían que ser los primeros capaces de “hacer rezar” a los alumnos. Esta ha sido la primera dificultad encontrada. Ante una petición de ayuda, hemos pensado de ayudarlos en dos maneras: haciéndoles vivir la misma experiencia de oración de los alumnos con un “Cuarto de Hora” al comienzo de un Consejo de clase y de un Claustro, poniendo siempre al centro el Evangelio y ofreciendo guías reales al “Cuarto de Hora” con los alumnos.
“Adhesión a la vida” es la palabra de orden de Enrique de Ossó. Son necesarias algunas precisaciones: la atención a una Palabra evangélica que hable a la vida de niños y preadolescentes, con la que puedan confrontarse directamente (pienso no sólo en la vida cotidiana, sino también en lo que acaece en su ciudad, en nuestro País, en el mundo); la atención a situaciones personales y familiares que requieren que en algún momento se afronten temas difíciles y delicados (ausencia de figuras paternas, experiencia del abandono, de la muerte, de la guerra). Adhesión a la vida de niños y preadolescentes significa además asegurar que el mensaje evangélico tenga un sentido, un valor también para aquellos de otras religiones o los no bautizados: significa por tanto aprender el respeto hacia todos, destacar los valores comunes, para mostrar cómo la figura de Jesús pueda ser significativa y ejemplar también en este sentido.
Un último paso atañe a la necesidad de concertar en la medida de lo posible todas las actividades escolares: por un lado haciendo vivir momentos formativos no específicamente espirituales, de los que se traslucen los valores base de la idea de educación de la escuela y por otro haciendo que el camino de oración toque temas que ayuden a vivir bien y a transformar la sociedad en la que estamos inmersos.
En este sentido el “Cuarto de Hora” será una especie de aglutinante de las actividades escolásticas y una clave interpretativa de la realidad circundante.
En el tiempo de la pandemia el objetivo ha sido el de mantenernos en contacto de maneras diversas: durante el confinamiento hemos realizado un video cada semana con la oración del “Cuarto de Hora” para todos, familias y docentes. En la realización de estos videos hemos puesto como protagonistas también a niños y preadolescentes de muchas maneras hasta transformar la Fiesta de la Familia (la fiesta de final de curso) en un video construído juntos desde todos los niveles. Además hemos continuado con la experiencia del “Cuarto de Hora” también en caso de Didáctica a Distancia; y no habiendo espacios internos suficientes hemos vivido las fiestas divididos por clases, dotadas de pizarras digitales a través de un enlace online por medio de juegos y narraciones y concluyendo con el “Cuarto de Hora”.
La escuela ha cerrado sus puertas el 30 de junio pasado: la última parte del año ha sido dedicada a “preparar” a los alumnos a dejar su escuela y a reconocer todo lo bello vivido juntos, preparándonos al cambio del próximo año, evidenciando que Jesús es el amigo que no abandona nunca. (Manuela Riondato)