Desde nuestro confinamiento. Comunidad Torrent – El Vedat

¡Cuánta NOVEDAD hemos aprendido en tan poco tiempo!: palabras, hábitos, tecnología, siglas, actitudes, gráficas y todo provocado por algo INVISIBLE!

Era un viernes por la tarde cuando despedíamos a los alumnos del colegio, aquel movimiento acelerado se parecía más a un final de trimestre que a lo que estaba por llegar, porque no sabíamos cuánto iba a durar el adiós.

Los primeros días fueron extraños: separadas de las hermanas de la Residencia, sin salir, sin las rutinas cotidianas, escuchando noticias, conectadas, y aprovechando el tiempo en ordenar y limpiar –papeles, armarios-, cancelando visitas y viajes, y un sinfín de etc. Fue oportuno que al final del segundo día nos reuniéramos para decirnos cómo nos SENTÍAMOS, cómo estábamos nosotras, nuestras familias, amigos… y cómo SALÍAMOS después de ese encuentro. Hablar nos ayudó para ver esta situación como un tiempo FAVORABLE para cuidar las relaciones personales y el trato con Jesús. Luego vino la ayuda del equipo de formación que agradecemos porque nos enriquecía a nosotras y a nuestras conversaciones.

Al ver que el tiempo de confinamiento se prolongaba, reorganizamos nuestro ritmo diario, para dedicar más ratos a Jesús y CUIDARNOS; nos servimos del libro EL PERDÓN de Francesc Torralba. Al final de la tarde dedicábamos un tiempo a leer y. Leímos que “El perdón nunca es una casualidad. Tampoco es una necesidad de la naturaleza, ni una fatalidad histórica. Es, en cualquier caso, un acto humano, una expresión de la más profunda libertad, una manifestación de la creatividad. El perdón nunca se hace de manera instintiva o mecánica. Es la consecuencia de un esfuerzo, de un acto voluntario después de superar el orgullo herido. No es fácil perdonar, pero es posible”. Nosotras nos hacíamos preguntas acerca de cómo vivir el perdón en nuestra realidad, qué actitudes lo favorecen y cuáles lo pueden traicionar.

Entre tanto, han ido calando en nuestro vocabulario: mascarilla, nueva normalidad, distancia y espacios adecuados… y al hilo de este último nos viene a la memoria, por la necesidad que tenemos de buscar la distancia adecuada, responsable y equilibrada, “el cuento de los erizos”. “Durante la era glaciar, muchos animales morían por causa del frío. Los erizos, percibiendo esta situación, acordaron vivir en grupos; así se daban abrigo y se protegían mutuamente. Pero las espinas de cada uno herían a los vecinos más próximos, justamente a aquellos que les brindaban calor. Y por eso, se volvían a separar unos de otros.

Pero volvieron a sentir frío, y así sucesivamente, hasta que tomaron una decisión: tomar la distancia adecuada, aquella que les permite darse calor, sin pincharse, aceptando las espinas de sus compañeros. Con sabiduría, decidieron volver a vivir juntos. Aprendieron  a vivir con las pequeñas heridas que la relación muy cercana les podía ocasionar, porque lo realmente importante era el calor del otro. Y así sobrevivieron”.

Un día de tantos, alguien lanzó la idea de hacer los Ejercicios Espirituales como comunidad. La verdad es que los espacios tanto interiores como exteriores respondían al ambiente de silencio y oración. Y… ¡nos decidimos a hacerlos! Nos ha acompañado “en audio” Mikel Hernansanz ofm, ofreciéndonos: “Sorpresas que nos ponen en danza” y la verdad es que hemos disfrutado con el Señor y vamos aprendiendo a llevar la vida al evangelio y el evangelio a la vida.

Seguimos viendo el sufrimiento de las personas. Las medidas sanitarias han alterado nuestras vidas y hemos sentido de corazón no poder acompañar a nuestra hermana Pepa Jordá en la muerte de su hermana Pili. Hemos vivido la experiencia inédita del confinamiento, vemos con dolor tanta muerte, la clausura de comercios, la destrucción de miles de empleos… Y ahora ¿qué? El panorama es duro y requiere afrontarlo con valor y esperanza. Seguimos rezando para que esta pandemia desaparezca.

Comunidad – Torrent – El Vedat

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