El cariño, la ternura, el respeto… son como el agua, que, aunque encuentre obstáculos en su camino, siempre busca una grieta por dónde meterse.
Eso es verdad. Y es verdad que en estos tiempos que vivimos, no nos rendimos ante los tropiezos de mascarillas, distancias, confinamientos o grupos reducidos…no. Como el agua, buscamos maneras para hacernos llegar el abrazo, el cariño, el recuerdo. Eso precisamente lo vivió nuestra comunidad el día 22 de Diciembre.
Cada año, grupos de niños del colegio venían a cantarnos preciosos villancicos. Unos, vestidos de pastores; otros, los Reyes Magos, regalando bombones y caramelos. Los niños… ¡qué visita tan esperada por Hermanas que habían pasado entre pupitres los mejores años de su vida! ¡Y estos niños!, con la sal y la alegría propias de la tierra.
Ya se empezaban a oír expresiones como “los niños, este año…”, “bueno, lo importante es que estén sanos”. Pero los niños y sus profes, como el agua, ya habían encontrado la grieta.
El día 22, “guardando la distancia como manda Sanidad”, niños en el patio y Hermanas arriba en la azotea, pudimos recibir como cada año el cariño y la alegría de niños y profesores. Emocionante de verdad.
La fuerza de la persona está en el corazón y no la vence ni el Covid, porque el amor no se rinde, es siempre creativo.