En estos momentos sólo podemos dar gracias a Dios por todo el bien que por medio de las hermanas de la Compañía ha hecho y sigue haciendo en Ciudad Rodrigo.
La Comunidad que estamos aquí nos toca cerrar definitivamente el colegio después de 130 años de vida y vida abundante.
Las hermanas que han pasado por él han dejado una huella llena de frutos, alegrías, gozo y amor que aún se sigue percibiendo en nuestros días.
¡Enhorabuena hermanas! Y muchas gracias a todas las que habéis trabajado en él a través de la enseñanza, oración y sacrificio tanto en las clases como en el internado y en todo lo que hacía falta, para dar a conocer y amar a Jesús y hacerle conocer y amar, como quería Nuestro Padre, ya que él mismo en persona eligió este lugar para tal fin.
Numerosas vocaciones a la Compañía han salida de este colegio. Y por los pueblos de alrededor, las antiguas alumnas, lo siguen recordando con muchísimo cariño.
A nosotras nos ha tocado la recogida y el cierre y lo hemos hecho con nostalgia y pena, pero sabiendo que el fruto de tanta entrega está en esta Ciudad.
Dios sabe mejor que nosotras, los tiempos y las personas, pero podemos decir, con toda seguridad, “la labor esta hecha”, lo demás lo dejamos en sus manos.
Comunidad de Ciudad Rodrigo