CUMPANIS

Cada día avanzan nuestros pasos en caminos diversos y con diferentes compañeras y compañeros de camino. Y cada día compartimos la vida y el pan, dentro de casa y fuera, donde trabajamos, nos relacionamos con otros, celebramos… en ese ir y venir cotidiano.

Es un regalo caminar la vida, conscientes de recibirla cada día. Y otro regalo grande es caminarla acompañados… ese compartir encuentros y desencuentros, mesa, familia y amigos, sueños y sufrimientos, trabajo, descanso… en camino de ida y vuelta, en ese darse y recibir.

Y otro regalo más es, no sólo compartir algún tramo del camino, sino brindar compañía y acompañar, hacerse compañero… tanto como dejarnos acompañar.

Del latín cumpanis: quien come su pan con, o los que comparten el pan. Y suena a más que a compartir un techo o un trabajo, o formar parte de un grupo… o a panaderías, agencias de turismo, cafeterías… si buscamos este nombre en Google… o a encontrar fotos de perros si ponemos compañeros en el buscador de una web de imágenes... cumpanis, compañeros, sabe a mesa compartida y pan.

Y ese compartir mesa y pan lo celebramos con unción los cristianos en la celebración de la cena de Pascua, en la que hacemos memoria de ese gesto, tan pequeño y sencillo como hondo, de compartir la mesa en la que se parte y reparte el pan y se lavan los pies. Y en la que somos invitados a hacer lo mismo unos con otros… a hacernos cumpanis, compañeros.

Alguien dijo hace más de dos mil años: con gran deseo he deseado comer esta Pascua con vosotros[1]. Se había hecho compañero y uno de tantos[2]… y se dijo de él que pasó haciendo el bien[3] y nos amó hasta el extremo[4]. Y nos dio su Palabra: me quedo con vosotros cada día, estaré siempre con vosotros[5].

Cumpanis para aprender, mientras caminamos, a entrar en el misterio de ese corazón y que el deseo de Dios de comer con nosotros su Pascua, se transforme también en nuestro deseo: el de convertirnos en aquello que comemos, queriendo ser como él, pan partido y repartido[6].

Cumpanis para aprender cada día a mirar el mundo con otros y a compartir la propia vida y lo que la nutre, sea pan, palabra, caricia, atención y escucha o sencilla compañía en lo que la vida nos ofrezca vivir.

Cumpanis para no olvidar que hay mucha gente sin pan, ni mesa, ni cariño, ni familia… y con hambre de paz, de pan y de compañía. Y, para preguntarnos entonces, si queremos hacernos compañeros de camino, cuál es mi paso siguiente y con quién acompasarlo… en qué mesas me siento… qué panes son los que recibo y comparto… qué nombres van grabándose en el corazón. Y agradecerlos.

[1] Lc 22,15

[2] Filp 2, 6-11

[3] Hch 10,38

[4] Jn 13,1

[5] Mt 28,20

[6] Marta García Fernández. De noche iremos, p. 14.

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