CRÓNICA DE “UNA VISITA ANUNCIADA”

Las esperábamos con ilusión. Eran las Hermanas que, en su última etapa de formación programada, venían a la casa de acogida a descansa para seguir su ruta al día siguiente.

Para nosotras, las cinco hermanas de la Comunidad de Nápoles –casa de acogida en Barcelona-, recibir hermanas es un gozo. Pero cuando estas hermanas vienen de unos meses tan ricos en experiencia y formación como es el TER, aún nos hacía más ilusión.

La verdad es que estuvimos toda la tarde esperando su llegada que, como luego vimos lógico, se retrasó mucho porque había demasiado que ver y sentir y gozar en Montserrat, uno de los lugares más emblemáticos de la Compañía de Santa Teresa por su influencia en San Enrique de Ossó, y en Manresa, en la casa de los jesuitas, otro de los lugares emblemáticos de San Ignacio de Loyola, hoy día enriquecida por los famosos mosaicos de Marko Rupnik.

Un grupo de “jóvenes” de todos los lugares –diferentes en su origen, iguales en su carisma- nos saludaron efusivamente y entusiasmadas por todo lo que habían visto y oído en este maravilloso viaje con el que enriquecían aún más los meses de formación programada, para completar esta etapa en Ávila y en el mes de Ejercicios.

La foto de rigor, para que quede constancia gráfica de su presencia en la casa, los abrazos fraternales, las noticias y las preguntas atropelladas y, en busca de un descanso merecido, subieron al “quinto piso” a saborear la cena que les habíamos preparado con cariño y a dormir unas horas antes de salir a su nuevo destino. Victòria Molins, stj

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