“Sevilla tiene un color especial… Sevilla, sigue teniendo su duende
Me sigue oliendo a azahar, me gusta estar con su gente”.
Enamorada de esta tierra, la Compañía de Santa Teresa de Jesús decide, en agosto del año 2000, hacer realidad la fundación de una nueva casa en San Juan de Aznafarache, en el barrio del Monumento, calle Armilla, muy cerca de la comunidad que vivía en el Colegio Santa Teresa desde el año de la Fundación del mismo en 1952.
El objetivo de esta casa era por una parte dar respuesta a los acuerdos del XIV Capítulo General de crear comunidades pequeñas fuera de la obra, posibilitando así distintos estilos de vida comunitaria, y facilitar la ampliación de espacios en el colegio, cediendo parte del edificio destinado a la Comunidad.
Quedó claro desde un principio que las hermanas tendrían como misión específica el colegio, la atención a la parroquia y a la realidad del barrio.
Después de 19 años, y de todas las hermanas que han pasado por esta casa, continuamos preferentemente con esta presencia en el colegio y con otras tareas, en la ciudad de Sevilla.
Se ha colaborado durante estos años en nuestra parroquia de los Sagrados Corazones y en la de San Juan Bautista, en catequesis de niños y jóvenes; en el Centro Amigo con drogadictos y personas sin hogar; en Sevilla Acoge, en un proyecto de alfabetización de emigrantes. Junto a otras congregaciones, en el colectivo Religiosas en barrio, en Cáritas local y Diocesana, y actualmente en los asentamientos de emigrantes que Cruz Roja atiende en la provincia de Sevilla.
La comunidad de San Juan la formamos cuatro hermanas. Rocío Fernández, Matilde Bravo, Jacinta García que trabajamos a tiempo completo y con verdadera vocación en el ámbito escolar en los tres niveles que tiene el Centro – Secundaria, Primaria y Educación Infantil-, y Concha Liras que está jubilada y dedica ilusión y energías a trabajar como voluntaria en Cruz Roja.
Nos sentimos Comunidad Teresiana convocadas por Jesús para hacer presente en Reino en esta realidad.
Sabemos que nuestra presencia en el barrio es valorada y procuramos que nuestra casa, y sobre todo nuestro corazón, estén abiertos a las personas que nos necesitan y a la Familia Teresiana que es muy grande en esta zona.
Cuidamosla vida de comunidad,y de una manera especial, los momentos comunitarios: encuentros en la mesa, salidas de descanso por la ciudad, y cada día en la oración de la tarde; nuestro encuentro fraterno recoge el día con Jesús, y a él llevamos nuestros deseos, esperanzas, y preocupaciones, pero sobre todo a las personas que tenemos más cerca y con las que compartimos la vida en esta tierra… ¡QUE TIENE UN COLOR ESPECIAL!