La comunidad responde al Proyecto interprovincial de las Provincias Sagrado Corazón y Virgen de la Esperanza de 2013 que decía “Es necesario ofrecer a las hermanas mayores y enfermas las atenciones necesarias para el cuidado de su salud, pero sobre todo, atender a que su vida tenga una mayor calidad, y un estímulo para la misión que están llamadas a vivir hasta el final de su vida”. Formamos una comunidad de 33 hermanas, todas mayores, una de 65 años y las demás en edades comprendidas entre los 73 y los 100 años. Como toda comunidad teresiana, nuestra misión es “conocer y amar a Jesús y hacerle conocer y amar”, y esta misión la vivimos fundamentalmente en el cuidado de las enfermas, favoreciendo un ambiente fraterno que hace presente el Reino entre nosotras.
Para el cuidado y asistencia de estas hermanas contamos con personal de la Fundación San Camilo que las atienden con esmero y amabilidad. Las demás, en la medida de las posibilidades, colaboramos con disponibilidad, entrega y generosidad acompañando a las enfermas y apoyando las tareas de atención y cuidado, y como una forma de agradecer toda una vida entregada al Señor en la Compañía.
Somos una comunidad acogedora en la que se vive “cuidando y siendo cuidadas”. Recibimos con cariño a las hermanas que vienen destinadas a ella, y asumimos con paz las frecuentes despedidas. Cada despedida nos da oportunidad de agradecer la vida de nuestras hermanas, su paso entre nosotras, el bien que han hecho… Estos acontecimientos, aunque dolorosos, son experiencias intensas de comunión y fraternidad con las familias que valoran el cuidado y cariño que ofrecemos a las más mayores.
Abrimos los límites del edificio para que la vida entre en la comunidad y en cada hermana. Seguimos con interés la vida de la Compañía y especialmente la de la Provincia a través de las informaciones que nos llegan. El estar en Ávila facilita que la comunidad reciba la visita de las hermanas que participan en distintos cursos y encuentros en la Casa de Espiritualidad. Esto, además de ser motivo de alegría, fomenta los vínculos provinciales y mantiene vivo en nosotras el compromiso y la oración por la misión de las hermanas y laicos teresianos.
Cuidamos y fomentamos los festejos y celebraciones, son tiempos de alegría y expansión que rompen la monotonía diaria. Las fiestas de Compañía, las de la Iglesia, populares y locales, y sobre todo los aniversarios y santos son oportunidad para organizar un rato de convivencia fraterna entrañable en los que las hermanas disfrutan mucho.
Dentro de la finca disponemos de mucho espacio para pasear, tomar el aire y el sol, y en este tiempo de pandemia ha sido un privilegio poder disfrutar de estas condiciones. Compartimos el edificio con la Casa de Espiritualidad y con la comunidad responsable de ella.
Agradecemos el apoyo y la ayuda de hermanas voluntarias que a lo largo del año, mientras ha sido posible, en los fines de semana y en vacaciones, han venido a reforzar el cuidado y atención de las enfermas y han acompañado a alguna hospitalizada
Vivir en Ávila, en esta ciudad donde se siente la presencia de Teresa, es un regalo por lo que significa para nosotras y por la riqueza espiritual y cultural que encierra.