Estamos agradecidos. El fin de semana del 20-22 octubre en Tortosa celebramos los 150 años del MTA. Una historia que empezó en tiempos turbados en que se apagaba la llama de la fe y de la caridad, y la voz de Enrique cuestionó a las jóvenes tortosinas: «Quién renovará esos carbones que se van apagando, hasta arrancarles chispas que recorran la tierra, y encender llamas que al cielo lleguen?»
Hoy, 150 años después, nuestro mundo también parece perder la llama de la fe y de la caridad, permaneciendo la guerra, la violencia y el odio en tantos lugares, pero nosotros sabemos que es posible avivar la llama.
Nuestra historia nos enseña a caer y a levantar, a ser testimonio y a crecer. Una historia por la que hoy damos gracias y que está hecha de muchos caminos y muchas huellas. ¡¡NUESTRA HISTORIA NOS HACE FUERTES!!
Ha sido un encuentro de vida, de celebrar de recordarnos la llamada de Enrique a ser “apóstoles en el propio ambiente”. Ha sido un regalo para todos hacerlos en Tortosa por ser las raíces y porque muchos no habían estado nunca.
El viernes 20 de octubre por la mañana empezamos a llegar a la “Casa del Padre” de Jesús (Tortosa). Hermanas y laicos de MTA que veníamos de Canarias, Madrid, Valencia, Salamanca, Tortosa, Zaragoza, Pamplona, Sevilla, Huelva, Barcelona, Valladolid. Muchos corazones “marcados por la huella de Enrique” que ya empezaban a pisar la tierra de este.
Un aspecto que hemos valorado todos es la participación de todos los coordinadores de los MTA locales y que los laicos han sido quienes han llevado a cabo las actividades. Ha sido expresión del crecimiento del MTA en autonomía y responsabilidad como movimiento laical aprendiendo a trabajar juntos laicos y hermanas
La primera parte del encuentro intensa y con ritmo fuerte no sólo físico sino de “dentro”: emociones, vivencias, recuerdos… corazones agradecidos e impresionados de tanta vida recibida. Generaciones diferentes, mucha savia, que han hecho realidad el sueño de Enrique.
Encuentros por grupos para compartir, mucha alegría y sonrisas. Fue significativo contar con todos los que han sido coordinadores del movimiento (excepto con dos a los que les fue imposible asistir).
Un momento muy hondo fue la oración ante la arqueta de san Enrique donde fueron muchas las emociones e impresiones especialmente de los que por primera vez la contemplaban. Un homenaje agradecido a un gran hombre de fe, Enrique de Ossó, del que seguimos el legado recibido
Madrugón el sábado para ir a Vinebre. Todos en ruta contemplando el paisaje, el río Ebro por el que tantas veces bajó a Tortosa, olivos y vides y más tarde un recorrido por el pueblo. Lugares emblemáticos: su casa natal donde en un clima de recogimiento desde el corazón nos situamos en la casa y en la infancia de Enrique haciendo nuestro lo que él allí vivió y a la vez lo que vivimos cada uno. Un momento fuerte y hondo.
Un paseo por el pueblo, el colegio que él hizo, la casa familiar de su madre y la de su padre. Encuentro con algunas antiguas alumnas oriundas de Vinebre que emocionadas nos acompañaban en el camino.
Una oración ante la imagen del Padre Enrique y el gozo al ofrecer un centro de flores que una persona del MTA había preparado y la pañoleta que los jóvenes haciendo un “castell” le colgaron en el cuello. Respiramos y sentimos la experiencia compartida de oración-vida-encuentro-agradecimiento.
Volvimos y después de comer pudimos visitar la residencia teresiana de Jesús, “nuestra casa, la casa de todos”. Poco a poco fuimos “entrando” y descubriendo los espacios y el sentido y significado ossoniano del lugar. Tuvimos una visita opcional a la casa museo y todos, más o menos, recorrimos el terreno y los espacios tan referentes para nuestra historia de MTA, por tener “la huella” de Enrique de Ossó.
A mediodía tuvimos la llegada de Ángela Cuadra, coordinadora general de la Compañía de Santa Teresa de Jesús y de Pili Liso vicaria general. Ambas al iniciar la apertura del encuentro nos dirigieron unas palabras al MTA de todo el mundo. Nos transmitieron agradecimiento por la invitación y por el camino andado del MTA. Sus palabras fueron de aliento a seguir dando vida a nuestro movimiento.
Por la tarde un momento diferente pero emotivo fue iniciar la gran celebración reunidos los 80 que allí estábamos junto con hermanas de la casa y conectar por zoom. Con las dificultades propias y el misterio de poder “acercarnos” nos escuchamos y vimos los del MTA de América y Europa (Mexico, Paraguay, Chile, EEUU, Uruguay, Colombia, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Portugal, España).
Fue el momento en el que sonó el himno de la fiesta, encendimos la hoguera en cada realidad y presentamos las conclusiones de la reflexión que habíamos hecho. ¡¡¡Cuanta vida de MTA, cuanta alegría!!! Conclusiones que encajaban y creaban red: oración, solidaridad, apertura y acogida y teresianismo de Enrique de Ossó.
Por la noche tuvimos una fiesta maravillosa, llena de detalles preparada por Sevilla y Huelva. Un menú de vida, largos paneles de fotos de nuestra comunidades, encuentros y experiencias de años atrás que se percibían en el color de las imágenes. Huellas donde escribir nuestra felicitación para regalarnos uno a otro, dulces, música y mucho baile.
El domingo no pudimos sino pisar las calles de nuestra ruta teresiana en Tortosa. En Mig camí a donde acudía a pie el padre Enrique con miles de niños de la catequesis. Buscamos y algunos, con mucha atención, encontramos estrellitas (fósiles) que están en el terreno. Después entramos en la ermita a centrados en lo que nos preocupa de nuestro mundo, como le preocupaba a Enrique, motivados por 2 integrantes del MTA de Salamanca. Allí junto a la Virgen de la Providencia, tan querida por Enrique de Ossó, cantamos “pensar, sentir, amar” tan significativo en el plan de vida de Enrique.
Una de las cosas muy emotivas y que agradecimos mucho por todo lo que detrás de cada palabra había fueron los mensajes de felicitación que nos iban llegando: unos los leímos en la sala, otros en el bus y en todos mucho cariño al MTA . En cada mensaje se hacía presente la persona que lo enviaba
Desde allí fuimos todos a la Iglesia de Sant Antoni donde fue el Llamamiento y luego hicimos una corta visita por los lugares más significativos. Volvimos a celebrar la Eucaristía que preparó con todo detalle Barcelona y que contó con la ayuda “de los artífices de la fiesta de la noche” para entrar a ritmo de “el paso” con la vela de cada MTA de los allí presentes
Terminamos a mediodía con “las brasas encendidas”, el deseo de compartir la experiencia con los que no habían podido venir y de seguir hacia los 200 años de MTA. (Merche Mañeru)