BASA, FUSTE Y CAPITEL

Es como decir: el carisma como herencia recibida, las personas, y lo que entre todos tendremos que construir en el futuro que empieza hoy.

La basa, que es cimiento y está sembrada en tierra. El fuste, nosotros, quienes hemos recibido esa herencia y queremos mantenerla y embellecer con ella la vida propia y toda vida, ofreciendo lo mejor que hemos recibido y dando a nuestra vida y a nuestro hacer ese modo propio, “de familia”. Y el capitel… parece que viene del latín capitellum, diminutivo de caput, capitis (cabeza), que se refería a la cabeza, extremidad o remate de algo en general, de donde proceden infinidad de palabras como cabeza, capital, caudal, capitán, capullo, capucho… En todo caso, eso nuevo que será con lo que hoy hagamos de lo recibido.

Nos lo dedicaba el otro día un sacerdote, situándonos como fustes en este año capitular, al ofrecernos esta imagen de la arquitectura para nuestra organización y, sobre todo para la vida.

Al final, una columna tiene una función clara y práctica para soportar una edificación, pero ¡qué belleza puede añadirle al contexto, al mundo, trascendiendo esa función estructural y ofreciéndole, con ese plus que hemos recibido, la renovación y revalorización necesaria, si descubrimos juntos y construimos la novedad que hoy necesita el edificio!

En Ganduxer 85, en el edificio Gaudí, hay dos columnas interiores situadas a derecha e izquierda del “cuerpo saliente” posterior del edificio. En este caso no son decorativas. Y aunque estorban al estar situadas frente a dos puertas y a poca distancia de ellas, Gaudí las puso allí para salir al paso de una dificultad, al darse cuenta de que el edificio se abría por el peso de las plantas superiores, y les dio una función estructural: reforzarlo y sostenerlo.

Con función estructural para cuidado del edificio -reforzar y sostener- y con función ornamental, embelleciéndolo también, cada una/o somos esas columnas, estemos donde estemos. Tratemos, pues, de “organizar, ordenar, edificar, apoyar lo que ha de contribuir más eficazmente a unir las fuerzas para levantar el edificio”, como dijo en su día San Enrique de Ossó, amigo de ese genial arquitecto catalán. Hoy, además, admiramos la belleza de esas columnas en su gran sencillez… y el edificio sigue en pie.

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