A los 95 años de edad y 71 de vida religiosa, falleció la madrugada del día 30 de septiembre.
Nació en Villamiel, un pueblecito de la provincia de Cáceres fronterizo con la provincia de Salamanca, muy cerca de Ciudad Rodrigo.
Llevaba en la comunidad tres años y había ido sufriendo un deterioro considerable que se acentuó en los últimos meses. Después de casi tres semanas de ingreso en el hospital, en su regreso a casa, a comienzos del mes de marzo, pasó ya a una habitación de la enfermería.
Le encantaba recibir la visita de las hermanas, y con una sordera casi total, nos costaba hacernos entender, pero disfrutaba de nuestra compañía y a la hora de irnos siempre decía “no te vayas todavía” y agradecía el rato de compañía.
Las Hermanas que vivimos con ella sabemos de su carácter fuerte y complejo, pero Dios fue haciendo su obra en ella “a su hora y en su momento” y pudo concluir sus días con paz y serenidad. Las que compartimos su vida y su enfermedad en los últimos meses experimentamos lo que es la debilidad y la limitación. Aprendimos a acoger el misterio, a entregarle nuestro cariño y cuidado, en los que también fueron muy importantes las personas que diariamente nos ayudaron a atenderla.
Su vida en la Compañía la llevó a ejercer su entrega en varias comunidades de España y Nicaragua: Pamplona, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Dueñas, Las Palmas, Mora de Toledo, Madrid Jesús Maestro, Madrid Federico Grases y finalmente Salamanca-Residencia fueron testigo de su entrega y dedicación
Agradecemos su vida, y el vacío que deja tras su muerte lo llena la certeza del encuentro con Dios que ya le ha regalado su abrazo de Padre. Descanse en paz nuestra querida hermana.