La Parroquia de San José Obrero quiso celebrar su primera jornada de este curso en nuestra casa el pasado sábado, 19 de noviembre. Vinieron los tres sacerdotes, José Carlos, Antonino y Álvaro y 42 personas más, representantes de todos los grupos activos que tiene esta Parroquia. Entre ellos hay muchas madres de familia que han crecido en el MTA y dan o dieron clase en el Colegio diocesano Pablo VI. Es una Parroquia con mucha vida y muy comprometida a nivel diocesano. Las Hermanas Virginia Mozo, Mariví López y Ana Cifrián tienen pertenencia y colaboran en la catequesis y en el acompañamiento de refugiados e inmigrantes.
El encuentro tuvo varias partes: el primer momento, después de los saludos correspondientes, consistió en una pequeña formación en torno a la Eucaristía, ya que se va constatando a nivel diocesano que, debido en parte a la pandemia, se ha perdido mucho su sentido y se quiere reforzar. Se nos recordó que la Eucaristía no se queda ahí, en esa media hora, sino que tiene que llevarse a la vida, convertirnos en pan partido y repartido para los demás. Y, a partir de aquí, hicimos grupos de reflexión en los que nos preguntamos cómo andamos de acogida, apertura, caridad, en lo concreto, con la parábola del buen samaritano de fondo. En un tercer momento, en estos mismos grupos, preparamos las diferentes partes de la Eucaristía trayendo lo compartido en forma de perdón, ofrenda, petición… Y después de celebrarla, pasamos a la otra mesa para compartir la comida que habíamos llevado, además de la conversación, risas, fotos… Todo en un ambiente muy fraterno.
Lo mejor de la convivencia, que fue muy buena, fue oírles decir que se habían sentido en casa…