Pasa al banquete de tu Señor…Porque tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed, y me diste de beber… Estas palabras son las que hoy, Asiria, ha oído de la boca de Jesús a su entrada en el Reino.
Hoy, 23 de agosto ha pasado a la Casa del Padre nuestra hermana Asiria.
Asiria nació el 13 de diciembre de 1943 en Las Palmas de Gran Canaria, su tierra, a la que amaba entrañablemente. Entró en la Compañía en el Pre noviciado de Salamanca, el 16 de octubre de 1964. Fue de las primeras novicias de Ávila.
Su misión educativa tuvo lugar en Mora de Toledo, Madrid (Jesús Maestro), Las Palmas, Colegio y Las Palmas (Cdad. Obispo Encina). En todos estos lugares trabajó muchos años en Educación Infantil y a muchos niños y niñas enseñó a leer y sembró en ellos valores que les han servido durante toda su vida. Amaba a Jesús e inculcaba su amor a Él, a San Enrique y a la Virgen.
Durante muchos años compaginó su presencia en la Comunidad Educativa del Colegio con el cuidado de su madre mayor y enferma.
Muy canaria, pero, a la vez universal, porque en su corazón cabía mucha gente….
Ya jubilada trabajó unos años en el Proyecto Daniela, de las Oblatas del Santísimo Redentor. Durante muchos años, incluso enferma, trabajó como voluntaria de Cáritas en la Parroquia de Santa Teresita, en donde era querida por todos.
Y a sus cualidades personales, se unía la sensibilidad que tenía hacía las personas sin recursos o que atravesaban situaciones difíciles. Un carácter generoso que destacaba por su humanidad y su saber estar.
A pesar de sus enfermedades, era una mujer animosa y disponible, que derrochaba energía, con una gran capacidad de superación que, demostró por su deseo de ser autónoma y de depender lo menos posible de los demás.
Recordamos con alegría muchos buenos momentos, muchas experiencias compartidas, un trozo de la historia de nuestra Comunidad vivida en ilusiones y sueños comunes y en una vivencia fuerte de la fe en muchos momentos.
Aunque tenía poca salud, era una mujer fuerte, dinámica, alegre y trabajadora. Hace poco más de dos semanas tuvo un derrame cerebral, cuyas consecuencias han sido irreversibles.
Vivimos sus últimos días de forma inesperada, aunque con dolor, con una gran paz, y damos gracias a Dios porque ella vivió su encuentro con Dios en paz y serenidad.