El día 12 de abril de 2023, miércoles de Pascua, murió en Valladolid nuestra Hermana Mª de los Ángeles de Cristo Rey Delgado Delgado, a los 94 años de edad y 70 de vida en la Compañía.
Había nacido en Berrueces (Valladolid) el 2 de agosto de 1928, y entrado en la Compañía en marzo de 1951. A lo largo de su vida vivió y ejerció su apostolado, fundamentalmente como profesora de Historia, en las comunidades y colegios de Barcelona-Ganduxer-Casa Madre, San Juan de Aznalfarache (Sevilla), Valencia-Cirilo Amorós, donde hizo sus votos perpetuos en 1956, Huelva, Barcelona-Rambla-Diagonal, Salamanca y Valladolid-Residencia. En la comunidad de San Juan de Aznalfarache estuvo en tres momentos, y en la de Huelva en dos. A la comunidad de Valladolid-Residencia, donde murió, llegó en 1973. Vivió en ella, por tanto, 50 años.
Los últimos 6 meses de su vida los pasó en la Residencia Benito Menni, de las Hermanas Hospitalarias. Para la comunidad fue una decisión difícil y dura, pero necesaria para que pudiera recibir el cuidado y la atención profesional que necesitaba. Nosotras continuamos visitándola y atendiéndola con el mismo cariño que lo hacíamos mientras estuvo en la comunidad.
Hasta el momento de su muerte mantuvo la plena lucidez y su extraordinaria memoria, hablando con normalidad con la Hermana que fue ese día a verla, y mostrando mucho interés por estar informada sobre las Hermanas elegidas en el Capítulo Provincial para participar en el General y sobre las celebraciones de la Semana Santa vallisoletana. Esa misma noche un inesperado problema cardíaco puso fin a su larga vida de una forma serena, sin sufrimiento.
El gran número de personas que acudió a la capilla ardiente, instalada en la capilla del colegio, y a la eucaristía anterior al entierro – antiguas alumnas, padres, profesores…- así como los muchos testimonios que se fueron publicando en las redes sociales, y los que recibimos directamente, son una muestra de cómo la valoraban muchas de sus antiguas alumnas, y de que Ángeles seguía siendo una institución en la ciudad a la que tanto quiso.
Las Hermanas que vivimos con ella sabemos de su carácter fuerte y complejo. Las que compartimos su vida y su enfermedad en los últimos años experimentamos lo que es la debilidad y la limitación. Aprendimos a acoger el misterio, a salir de nosotras mismas y a entregarle nuestro cariño y cuidado, en los que también fueron muy importantes las personas que nos ayudaron a atenderla.
Dios quiso regalarle su presencia y su abrazo en la semana de Pascua. Nosotras vivimos este acontecimiento inesperado con una gran paz, y aunque con dolor, damos gracias a Dios porque vivió sus últimos meses serena y en paz, y experimentamos el gozo y la alegría de saberla ya en sus manos. Descanse en paz nuestra Hermana.