ABRIERON UN BOQUETE

 

Es nuevo año y un buen reto descubrir y vivir su novedad, en medio de la vida, para ir tras ella y que se encienda la ilusión. Para vivir a cada paso con la mirada en el horizonte, y el pie en lo posible, y que crezca la esperanza. Para sostener juntos la inquietud y la búsqueda y que se fortalezca el sentido de nuestro caminar en la vida.

¿Qué novedad, en año que no tuvo punto y aparte desde el pasado 31 de diciembre, sino un mismo hilo, en este tejido social complejo, en crisis de todo tipo, con catástrofes humanitarias y en guerra… del que somos parte?

¿Dónde la novedad del estreno y la ilusión? ¿Con quiénes buscarla y hacer el camino?

Durante un tiempo estuvimos tejiendo cuadrados de lana de colores de cierta medida, con la certeza de que otros, en otro lugar, los unirían para hacer mantas que abrigaran a quienes, en otras tierras, padecían mucho frío. Y la ilusión y el sentido ponían en juego la solidaridad del “granito de arena” para el bien común.

Tal vez hay que salir y acercarse más a la realidad concreta de las personas y descubrir, en ese entramado humano, qué “cuadradito” puedo tejer yo y unirme a otros, para dar “respiro y alivio” y procurar novedad en la vida común, la de aquí o la de más allá.

Escuchaba el otro día que cuatro amigos abrieron un boquete, después de ver que no podían entrar en la casa donde estaba Jesús, porque estaba hasta los topes, por el gentío que quería escucharle y remediar su necesidad.

Subieron al tejado, levantaron unas tejas, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Y Jesús, al verlo, se admiró de la fe de estos amigos, de su generosa incondicionalidad para poner todo de su parte, y curó a aquel enfermo.

Tejer mi cuadradito, abrir boquetes con otros, abrir puertas concretas en la vida, descubrir lo poquito que puedo y ponerlo… ¿será camino de novedad? Podría ser, en el día a día, alimentar el sentido y la ilusión, la esperanza de lo posible, y la alegría de poder ponerme hoy en la piel de uno de esos amigos que levantan tejas y abren boquetes para que otros sanen, desde donde estoy.

Ya decía Teresa de Jesús que el amor nunca está ocioso y que lo que más os despierte a amar, eso haced.

Con esta siembra teresiana al encuentro de la novedad, en este comienzo de año, llega de nuevo el 27 de enero, para hacer memoria y agradecer la vida de San Enrique de Ossó, que también se ponía manos a la obra, tejiendo redes de bien con otros, porque -decía él- el tiempo urge y apremian las circunstancias.

Todos pueden ser pequeños pasos que juntos y humildemente, vamos dando en el camino de apertura hacia esa nueva conciencia de nuestra identidad comunitaria hoy.

Y parece que el secreto son ojos y corazón nuevos… detrás vienen, seguro, las manos y los pies. ¡Y cómo ayudan a mejorar un poquito el mundo, si se unen!

Por cierto, después de estas 526 palabras, quiero añadir que está de fondo la confianza en Quien puede hacerlo todo nuevo… ¿le ayudamos?

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