ABRE UNA GRIETA

Son tantas las imágenes que seguimos viendo estos días de destrucción en las distintas ciudades de Ucrania, castigadas por la guerra, que nos hacen preguntarnos cuándo acabará este conflicto y cómo se podrá reconstruir tanto daño… Edificios todavía en pie y prácticamente solo con su armazón a la vista, paredes y suelos llenos de grietas, caminos y puentes destruidos… y sobre todo familias y personas con tanto daño hoy y tal vez secuelas inimaginables mañana.

Una grieta es una hendidura alargada que se hace en la tierra o en cualquier cuerpo sólido. Y también la dificultad o desacuerdo que amenaza la solidez o unidad de algo, dice el diccionario. Y sucede por tensión, por filtración de agua, por movimientos del terreno arcilloso, por cimentación no bien proyectada por el tipo de terreno y las cargas existentes, por deterioro y daño por factores externos… hay que buscar las causas para intervenir y evitar daños mayores.

Viví en una casa con grietas en las paredes, en el suelo, en el techo, que habían desencajado puertas y ventanas. La casa estaba construida sobre terrenos de arcillas expansivas que habían ido moviendo el edificio y, aunque no había peligro inminente con esa herida estructural del edificio, sí requería de alguna solución que, de una u otra manera era costosa de acometer y, aunque se estudiaba, se iba postergando su intervención. La costumbre hacía que aquello solo impresionase a quienes entraban por primera vez al edificio, a los de fuera… mientras, la vida seguía aprovechando esos huecos para buscar la luz y el futuro.

Siempre son una señal de alerta y por eso hay que analizar la profundidad, la inclinación, el tiempo, la longitud, la anchura… y hay que repararla.

¿O hay que aprovechar este momento del proceso en que somos conscientes de esa herida, para buscar luz y favorecer la vida y la salud? Una canción de Leonard Cohen habla de esto precisamente, de que todos tenemos grietas: hay una grieta en todo… así es como entra la luz.

Y otra canción del grupo IXCÍS pide abrirla para buscar la ayuda y la transformación: Espíritu, abre una grieta en mi alma dormida, transfórmala en nueva. Espíritu del Dios de la vida. Espíritu, enciende una hoguera para cada silla que impide mi entrega. Espíritu, que te sienta muy cerca.

Grietarse es abrirse… solemos decir agrietarse, que es lo mismo, abrir grietas o hendiduras. Tal vez hay que insistir en esta petición, siempre para que la luz entre, las heridas se curen y la vida se renueve.

En todos los lugares donde hay gestos de humanidad sobrecogedores, hay consagrados que están significando su identidad como totalidad para Dios. Están en Ucrania, en la frontera de la guerra, alrededor de todo el Mediterráneo, en infinidad de campos de refugiados, en la frontera de México y USA, en Haití, Brasil, Colombia… en toda América Latina, en África y Asia. En tantas ciudades de Europa donde hay mujeres y hombres empeñados en decir de una manera nueva a Dios con sus vidas… es cuestión de asumir, como parte de la identidad, el cambio[1]… de asumir las grietas, de pedir, para esa transformación, abre una grieta. Y que entre la luz. Y que nazca, con esos gestos de humanidad, vida nueva.                                                         Isabel del Valle

[1] Luis A. Gonzalo Díez. VR mayo 2022

 

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