Con el tema «Alabado sea el Señor que levanta a los débiles», el Santuario de Fátima recibió en persona, en el área de oración, a 7.500 peregrinos en la Peregrinación Internacional de los días 12 y 13 de mayo. En realidad, fueron muchos más, ya que en las afueras del recinto se quedaron muchos cientos de personas que, acomodadas como pudieron, participaron con devoción en las celebraciones, rezando y viendo las imágenes en sus teléfonos móviles, ya que «lo que cuenta es la fe y el sacrificio», como dijeron muchos.
Desde Elvas, algunos fueron a pie y yo peregriné con 31 peregrinos de la MTA, (Movimiento Apostólico Teresiano), y la familia teresiana.
Cumpliendo con todas las normas de seguridad, salimos de Elvas a las 8 de la mañana del día 12 y, hasta Fátima, haciendo sólo una breve parada en el área de servicio de Abrantes, fuimos en silencio, rezando los Misterios del Rosario, uniéndonos a todos los peregrinos que iban a pie. Llevábamos en el corazón una montaña de oraciones para depositar en el regazo de María: las intenciones que el Papa Francisco nos pidió que lleváramos como el fin de la pandemia, la paz en el mundo, nuestros hermanos privados de libertad, los pobres que sufren las consecuencias del brote pandémico y todas las demás intenciones particulares que cada peregrino llevaba en su corazón…
Llegamos por fin a Fátima a las 11.30 horas. Después de la comida, nos dirigimos hacia la zona de Valinhos, donde hicimos el Vía Crucis ofrecido este año por las familias, ya que estamos celebrando la Semana de la Vida con el tema: «cuidar la vida en todas sus dimensiones», también en la vida familiar.
Por la noche nos esperaba la celebración. Apoyados en un muro, cerca de la entrada del «Muro de Berlín», encendimos nuestras velas, rezamos el Rosario, participamos en la Procesión de las Velas y en la Celebración de la Palabra. A través del teléfono móvil algunos pudieron ver las imágenes y escuchar mejor las palabras del Presidente de la celebración, el Cardenal José Tolentino Mendonça, que en la homilía de la Celebración de la Palabra nos dijo
«Que en el gran silencio de esta noche, cada uno sienta como dirigida a él la voz de Jesús: No permitiré que el miedo te domine, no te dejaré solo, te ofrezco mi paz. Te pedimos que nos desafíes, desde este altar tuyo, Señora de Fátima, al servicio urgente del consuelo, del cuidado y de la reconstrucción.”
El día 13, a las 8:00 horas, ya estábamos en el santuario. Tras el Rosario y la procesión, la Eucaristía fue presidida por el Cardenal José Tolentino de Mendonça, quien dijo en su homilía que «el mundo necesita un nuevo comienzo en la post-pandemia, para transformar la crisis en oportunidad y la calamidad en esperanza.”
También nosotros, peregrinos de Elvas, volvimos a casa renovados por dentro, consolados por el regazo de María, que nos acogió y recibió nuestros miedos para transformarlos en sueños. Soñar con un mundo mejor, soñar con la Paz, soñar con la Fe y la confianza en Dios que nos desafía hoy a comprometernos cada vez más con la práctica del cuidado, del amor y del servicio, «transformando los obstáculos en caminos y los caminos en nuevas oportunidades».
María de Fátima Magalhães, STJ