Caridad Molero Agüero. 7 de septiembre de 2024 (Madrid Casa Provincial Residencia)

(Todo lo que está en cursiva lo dejó ella escrito para que se reflejara en esta necrológica)

Nací para morir el día 4 de marzo de 1927, primer viernes de mes, y a los pocos minutos recibí el bautismo. El amor al Corazón de Jesús me marcó. Morí para vivir entrada la noche del día 7 de septiembre de 2024.

Entre estos dos acontecimientos que enmarcan mi existencia se pueden poner nombres de lugares, personas, cosas que configuran mis años de vida familiar y religiosa, pero sólo considero importante en estos momentos decir, sentir y experimentar que la MISERICORDIA DEL SEÑOR HA SIDO GRANDE CONMIGO. Siempre supe de QUIEN ME FIABA y nunca he quedado defraudada.

ÉL TODO, yo nada. Consciente de esa nada, pido perdón a Dios, a la Iglesia, a Compañía y a todas las personas con las que he tratado, por mis muchas caídas y, como consecuencia, por el daño que les he causado; al Señor le doy gracias porque siempre me ha dado su gracia para levantarme con la ilusión de una nueva conversión sincera.

Desde que llegué al Noviciado la tumba de nuestro Padre con su inscripción me ayudó a amar y desear ser como él y como la Santa Madre, una auténtica hija de la Iglesia.

Educadora nata, fue sembrando en el corazón de sus alumnas, todo aquello que vivía con intensidad «conocer y amar, para hacer conocer y amar». Testigo de ello fueron sus presencias en distintos lugares en los que se le encomendó una misión: Oviedo en donde estuvo en tres momentos diferentes (1949-1954:1970-1974; 1988-1989); Pamplona (1954-1958); Valladolid (1967-1970); Madrid Jesús Maestro (1961-1967 prefecta del colegio; 1974-1976 Secretaria Provincial; 1676-1981 Prefecta Provincial; Madrid Puebla y Madrid Residencia Casa Provincial sus últimos treinta años.

Cuando finalizó su actividad docente, entregó todas sus energías en el campo eclesial: «También aquí hay un capítulo de gracias que señalar, me ha permitido servir a la Iglesia en momentos y ocasiones que nunca soñé: Casa de la Iglesia española; Parroquias de Santos Justo y Pastor y de Nuestra Señora del Sagrario; Participó en el Sínodo Diocesano de Madrid y en la Jornada Mundial de la Juventud 2011, como voluntaria; Desempeñó también un trabajo decisivo en la historia de Compañía trabajar en el Archivo de la Compañía con viaje anual a Roma, donde siempre se fortaleció mi fe y mi amor al Papa, como Vicario de Jesucristo. Gracias, Señor, por todo ello.

Mujer de gran cabeza y gran corazón, estuvo al tanto, hasta unos días antes de morir, de lo que pasaba en nuestro mundo, en la Iglesia, en la Compañía. Procuraba enterarse y seguir los acontecimientos con todo detalle, para poder compartirlos con los demás y de manera especial con sus hermanas de comunidad.

De ella se ha dicho que era una mujer prudente, sensata y muy consciente de su propia realidad, muchos años mayor y mes y medio anciana. Un tiempo muy corto en el que se preparó intensamente para el Encuentro, desde el abandono total.

Las personas de la parroquia que habían estado con ella en el taller de teatro, alfabetización, manualidades, Vida ascendente… expresaron con agradecimiento el que «había sabido hacerse pequeña, para estar al lado de los necesitados de instrucción, favoreciendo el desarrollo de las habilidades de cada uno»

Mujer de esperanza continuamente renovada «porque siempre me ha dado su gracia para levantarme con la ilusión de una nueva conversión sincera» .

Y sobre todo, haciendo honor a su nombre, mujer de caridad. De una caridad sincera y exquisita con las hermanas, sirviendo, colaborando, alegrando, quitando trabajo…; y con todas las personas con las que compartió parte de su andadura escuchando, aliviando, sonriendo…

Porque no podemos olvidar su sonrisa, su risa sonora y sincera, su increíble sentido del humor, su alegría contagiosa. iGracias, Caridad, por tu vida!

Espero que el encuentro definitivo me haya permitido entonar ya para siempre, con mejor oído: «CANTARÉ ETERNAMENTE LAS MISERICORDIAS DEL SEÑOR «

Por el tanatorio pasaron muchas personas a darle su último adiós: hermanas de la Compañía, familiares, sacerdotes, antiguas alumnas… y mucha gente sencilla de la parroquia.