Madrid, 12 de enero de 2024
Cuando me di cuenta de que se aproximaba la fecha en que se cumplían los 50 años de mi entrada en la Compañía, empecé a pensar de qué forma podría agradecer a Dios su fidelidad en este tiempo, su paciencia con mis límites, con mis egoísmos, … en fin, con mi pobreza. Y agradecer también la certeza de que siempre ha estado ahí.
Pensé en una celebración sencilla, porque la atención a mi madre no me da espacio para mucho más; con mi comunidad, la de ahora, que tan bien me ha acogido. Han sido ellas, mis hermanas, quienes me ayudan a descubrir y celebrar todo lo que se me regala cada día en la vida religiosa. Y he podido celebrar la riqueza de tener muchas más hermanas, con las que he compartido mi camino día a día de querer ser “Toda de Jesús”; unas se hicieron presentes en la celebración del 12 de enero, en la misa parroquial de la tarde, y otras me expresaron su presencia y cercanía desde otros lugares y de distintas maneras.
La Parroquia Virgen Peregrina, nos abrió sus puertas esa tarde para celebrar la andadura de estos cincuenta años, agradecer y pedir la gracia de seguir caminando. En ese ambiente “sinodal” era palpable la afirmación: “Somos con otros y con otras. … solo nos entendemos en la vida y la misión CON OTRAS Y OTROS.” Pude agradecer el sentirme llamada a formar parte de esta Iglesia de hombres y mujeres frágiles y confiados, que se acompañan y se apoyan para aliviar sufrimientos, compañeros y compañeras de debilidades y esperanzas, al modo de Jesús.
En la Eucaristía reviví la importancia de la misión con mi madre que ahora necesita mis atenciones y cariño, con los laicos del MTA, con amigos y con fieles de la parroquia con quienes comparto oración y vida eclesial. Sobre todo, celebré lo que Dios va haciendo con mi vida desde mi pequeñez, y la alegría de ser toda de Jesús, con otras en la Compañía. (Mª Ángeles García)