Ungir la vida

El 2º fin de semana de octubre, nos reunimos en Tortosa un buen número de Hermanas y pocos laicos para participar en un retiro con  un tema tan sugerente como URGIR LA VIDA. Lo orientaba Natalia Plá. Ella nos aclaró que nada de URGIR, que el tema del retiro era UNGIR la vida, es decir, que a las urgencias había que embadurnarlas de aceite.

En este contexto inhóspito y deshumanizante de nuestro mundo, en esta locura contemporánea, el tema pintaba muy actual y necesario, y una clave inspiradora para afrontar  prisas, heridas y violencias.

En un primer momento, hizo un acercamiento al significado de  UNGIR como actitud vital. Actitud que encontramos en Jesús, en la Biblia y en otras religiones:

  • UNGIR se da la mano con sanar, serenar, suavizar la vida cotidiana
  • UNGIR hace referencia a un gesto hospitalario. Es una clave de hospitalidad, de nuestra capacidad de acoger, del “estoy aquí para ti”
  • UNGIR era un acto para consagrar a profetas y reyes. Ungir para vivir consagradamente nuestra vocación, nuestra misión. “El Espíritu está sobre mi…me ha enviado a…!” ¿Para qué viene hoy a mí el Espíritu?
  • UNGIR tiene todo el sentido de cuidar, de implicarme con alma en lo que hago, en lo que vivo, en las personas.                     

 Tenemos que generar experiencias que sanen,

que sean unción para las personas

  • UNGIR tiene que ver con la temporalidad, con la cadencia, con el caer en la cuenta, con prestar atención, con el vivir despaciosamente. Nuestro tiempo es un tiempo “indigente”, que no tiene tiempo para lo que hay que tener, y de unos padres indigentes, sin tiempo para los hijos ni para lo necesario. El tiempo es irreversible e improrrogable. Sólo dispongo del AHORA, este es el tiempo oportuno.
  • UNGIR con la PALABRA – una palabra verdadera, palabra arropada en amor, palabra de vida, hospitalaria y de acogida, palabra de consuelo y palabra refrendada por el ser. La palabra y el gesto han de ir de la mano. Y sobre todo, han de ir de la mano palabra y convicción interior. Esa palabra cuida y sana.

En otro momento nos habló de realidades que necesitan ser ungidas: el dolor, el sufrimiento, el cansancio y la fatiga, las inquietudes. Realidades necesitadas de ser acariciadas.

Al término de la última charla, nos habló de la belleza que ayuda a ungir todo lo que vivimos y que es algo gratuito pues no es exigible. Pero, sobre todo, ungir nos hace vivir ante lo sagrado. Todo lo que nos rodea tiene una huella de Dios. La unción rompe el narcisismo y nos introduce en la sacralidad. Es esa realidad transida de Dios que el místico sabe ver. Esa realidad que tiene sentido en sí misma y que hay que respetar: hay trascendencia en cualquier cosa por pequeña que sea. LO SAGRADO ES LO COTIDIANO, que nos sostiene, que nos permite descansar confiadamente. Nos da raíces y consistencia. Lo cotidiano permite lo extraordinario. Es un arte y una gracia vivir lo pequeño en fidelidad, vivir la sencillez de lo cotidiano. Vivir la vida, y UNGIRLA, siempre ungirla.

 

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