Era el final del verano cuando una llamada de teléfono de Pilar, una trabajadora social del barrio nos comunicaba a la comunidad que acababa de fallecer Denis, un niño de 8 años que había llegado de Ucrania en el mes de mayo. Un cáncer de ojos se lo llevó rápidamente.
Al expresarnos Pilar que la mamá quería una presencia religiosa en la casa, nos hicimos presentes el párroco y una de nosotras… Vivimos una experiencia de fe, de solidaridad y de cariño hacia esta madre desconsolada por el dolor, no solo de la pérdida de un hijo, sino el de estar lejos de su tierra.
Al acercarnos al cuerpo sin vida de Denis, rodeado de los últimos juguetes que tenía en la cama recordé el momento en el que Jesús dice: “Tu hijo no está muerto”. Qué deseos hubiera tenido en esos momentos de decir: “Maestro, si hubieras estado aquí…”. Pero el Maestro estuvo. En esa casa se respiró en ese momento una presencia especial del Jesús de la vida. Lauren, el párroco, inició una oración en la que nos dimos las manos, hicimos silencio y oramos al Dios de la vida, que sin duda acogió a Denis.
Al día siguiente, después de haber buscado un sacerdote ucraniano, reconocí de nuevo lo bueno que es trabajar en red. Unos y otros fuimos pidiendo ayuda. Se hizo posible el poder celebrar en la Parroquia un encuentro ecuménico, sin duda, en el que pudimos rezar con esta madre. La comunidad franciscana estuvo al tanto de lo que pudieran necesitar. Nos acompañaron el grupo de migraciones de la Diócesis y los amigos que esta madre ha ido teniendo en estos meses, dos trabajadoras sociales del barrio.
Nuestra comunidad lo vivió con fuerza y agradecimiento al percibir la gente buena que nos rodea.
COMUNIDAD DE ECHAVACOIZ