Del 28 de diciembre al 1 de enero se encontraron en Madrid más 15.000 jóvenes para el encuentro internacional de Taizé que cada año se celebra en una ciudad europea.
Fueron iniciados por el hermano Roger, fundador de Taizé, a finales de los años 70, y los definía como “peregrinación de confianza a través de la Tierra”.
Semanas antes, se escuchaba en las parroquias, colegios, en conversaciones de gente de iglesia, en la radio, que hacían falta familias y casas para acoger. Y aunque las fechas no eran las mejores para compaginar con el descanso, trabajo y visitas, de una hermana de la comunidad surgió la inquietud para acoger algún joven en casa. Lo hablamos, y lo comunicamos a la parroquia que gestionaba lo necesario. Viendo que seguían pidiendo lugares, dijimos que podían venir tres. Nunca supimos quiénes serían, ni si eran chicos o chicas…
Un poco de organización, redistribución de la casa y de las visitas en Navidad, y sobre todo, deseo de abrirnos y acercarnos a este mundo joven que tanto nos inquieta y a veces no sabemos cómo alcanzar.
Madrid se llenó de peregrinos, de una multitud de idiomas, de países, y con ellos, de evangelio y deseos de orar, porque esto es Taizé , experiencia de comunión y oración.
En nuestra parroquia acogieron 148 jóvenes en 62 familias/comunidades. El mismo día 28, “recogimos” en la Parroquia a Hella, Sophie y Amelie, tres jóvenes alemanas.
Tenían claro a lo que venían, y siguieron el horario establecido. Llegaban a casa por la noche, rato para hablar, descansar, desayuno rápido y vuelta a las actividades. Poco a poco se fueron abriendo, y la barrera del idioma quedó en segundo plano, medio español, medio inglés…
Fuimos con ellas a las oraciones de la mañana en la Parroquia, y algunas hermanas al gran pabellón de IFEMA, donde cada tarde se encontraban todos. También participamos en la vigilia en nuestra parroquia del 31 de diciembre que acabó en fiesta recibiendo el nuevo año 2019, y compartiendo la comida del día 1 de enero antes de despedirnos.
Ahora queda el recuerdo de lo vivido, pero sobre la llamada a estar atentas para y conectar con lo que hace que nuestros jóvenes se pongan en camino.
El hermano Alois, prior de Taizé, dijo en un encuentro: «Los jóvenes necesitan vivir la Iglesia como un lugar de amistad», precioso reto al que como teresianas, queremos colaborar.