“Os daré un futuro lleno de esperanza”

Era el lema de la XXV asamblea general de CONFER (Madrid, noviembre de 2018), en su “cumpleaños”, desde que se unieron las CONFER femenina y masculina. El Papa había enviado una carta por este motivo a la presidenta, con su relectura de las palabras del profeta, que nos dedicaba como vida consagrada hoy. Comparto algunas frases para comenzar este año 2019:

Esto es lo que dice el Señor: me ocuparé de vosotros, cumpliré mis promesas… mis designios sobre vosotros son de prosperidad, de daros un porvenir y una esperanza. Me invocaréis, vendréis a rezarme y yo os escucharé; me buscaréis y me encontraréis, si me buscáis de todo corazón; me dejaré encontrar y cambiaré vuestra suerte. (Jer. 29, 11-14).

Os daré un futuro lleno de esperanza (Jer. 29,11). Se presenta como un reto y como una caricia de Dios en la vida de la Iglesia. Ante la adversidad, la misión profética propia de la vida consagrada interpela a cada religiosa y a cada instituto a ser siempre signo de esperanza futura.

Siguiendo las palabras del profeta os exhorto a poner en práctica las admoniciones que el texto sagrado hace para acoger este regalo divino: no dejéis nunca de orar con confianza (cf. Jer. 29,12), es más, sea vuestra oración un camino comunitario y en salida, para ir juntas al encuentro del Padre Dios que siempre nos escucha.

Buscad de todo corazón al Señor (cf. Jer. 29,13). Él está en el rostro de cada hermano, especialmente si está triste y desamparado; quien lo encuentra, encuentra el mayor tesoro, la perla escondida por la que vale la pena perderlo todo.

Por último, dejaos transformar, escuchad confiadas la voz del Espíritu, fiaos de Dios que quiere sacaros y cambiar vuestra suerte para llevaros a una patria nueva (cf. Jer. 29,14), que no es un sitio diferente sino una mentalidad distinta, un Reino de justicia y de paz que no es de este mundo, pero que vosotras debéis manifestar al mundo con vuestras vidas. Fraternalmente, Francisco”.

Estos días finales del año hemos acogido en algunas de nuestras comunidades a jóvenes del encuentro europeo de Taizé. El hermano Alois, prior de esa comunidad, nos escribía agradecido: la hospitalidad ofrecida abre nuestro horizonte, nos transforma y nos aporta la alegría de vivir… la esperanza puede nacer allí donde existe experiencia de comunión… Recordemos las palabras de Jesús: “No tengáis miedo, estoy aquí”. Y a Pedro, que quiere ir a su encuentro sobre las aguas, le dice: “Ven”. Pedro se lanza al agua. Mirando a Jesús consigue avanzar, pero en cuanto se deja hipnotizar por el peligro, se hunde. A todos y cada uno de nosotros nos dirige las mismas palabras que a Pedro: “Ven”, sal de tus pequeñas seguridades, atrévete a afrontar la realidad, a veces dura, del mundo. Teresa de Ávila dijo también: “¡Aventuremos la vida!”. Cada uno de nosotros está llamado a responder, emprendiendo una peregrinación interior hacia la confianza. Para todos nosotros se trata de acoger el amor de Cristo para convertirnos en artesanos de confianza y de paz, cerca y lejos de nosotros.

Agradeciendo todo lo vivido en este año que termina, leo en San Enrique y comparto sus deseos de que vivamos un nuevo año en la confianza: Quiero descansar en paz y confianza, y en paz justamente dormir, porque Tú, Señor, aseguraste mi vida con la esperanza de tu misericordia.

Hoy os invito a recordarnos entrañablemente unos a otros, en este año que comenzamos, ofreciéndonos como compañeras y compañeros. Con palabras de Casaldáliga: estamos ahí, contigo… ¡Cómo necesitamos hoy que enseñes a los pobres a “acuerparse” en solidaridad, en organización, en terca esperanza! Deseo que en ese futuro lleno de esperanza que comenzamos cada día, hagamos crecer, acuerpándonos, esa terca esperanza.

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