Mil “menas” sin futuro.

Migrantes tutelados salen de los centros de menores sin permiso laboral y escasas ayudas sociales al cumplir los 18 años.

La Generalitat de Cataluña y entidades del tercer sector como la Llar Enric d’Ossó y SaóPrat piden cambios en la ley de extranjería para garantizar su inserción.

Este año en Cataluña, 1.100 menores inmigrantes tutelados por la administración cumplirán los 18 años. Estos números seguramente aumentarán con las llegadas que se produzcan en 2019. Además, hay que sumar los 700 jóvenes que llegaron a la mayoría de edad el año pasado y los centenares que harán lo mismo en el resto de España. Ninguno tendrá acceso a un trabajo legal, y una gran mayoría tampoco obtendrá ayudas sociales. Vienen a trabajar, pero no pueden. Su inserción cuelga de un hilo y dormir en la calle es casi una realidad.

Según la ley de extranjería, solo pueden trabajar legalmente en España los adultos extracomunitarios que consigan un contrato de un año entero a jornada completa; pero, si no lo consiguen los universitarios, ¿cómo lo harán ellos?

Mientas los catalanes de 16 años pueden trabajar, los inmigrantes tutelados no pueden ni hacer una formación homologada. Son “hijos del Gobierno” y “sin papeles” al mismo tiempo. Para inscribirse necesitan un permiso de residencia, que tarda unos 10 meses, ya que se tiene que demostrar que es “imposible devolver al joven a su país”.

En muchos casos, cuando los jóvenes tutelados cumplen los 18 años abandonan los centros en situación de irregularidad, y sin documentación no hay posibilidad de red social. Tampoco tienen muchas alternativas los que salen con un permiso de residencia. Legalmente la Generalitat les concede una prestación económica como a otros extutelados y pueden acceder a pisos asistidos como los tres de la Llar Enric d’Ossó que tenemos en la provincia de Barcelona, que dan acogida a 10 jóvenes (chicas y chicos) extutelados, nacionales y extranjeros. El gobierno de Cataluña dispone de un total de 500 plazas para uso 2000 jóvenes extutelados, así que acceder a estos pisos es una lotería.

También desde la empresa de inserción SaóPrat se regularizan papeles de estos jóvenes, unos 16 por año, con enormes dificultades y a veces poca audacia para apoyarnos en esta apuesta por ellos.

Ojalá desde nuestro papel como ciudadanos hagamos lo que está en nuestras manos para que nuestra sociedad no mire con tanta frialdad la realidad de unas vidas que solo quieren “encararse” hacia el futuro.

(menas: Menores Extranjeros No Acompañados)

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