Las oficinas de la Cruz Roja cercanas a nuestra casa. Me brindaron la posibilidad de ser útil y estar cerca de los más necesitados desde mi vocación de educadora, impartiendo clases de español para inmigrantes refugiados. Aprender el idioma abre camino y horizonte.
Me sentí agradecida por poder atenderles como educadora y amiga poniendo en evidencia los deseos de Papa Francisco ante los migrantes: “no nos damos cuenta del drama de las personas que viven esta situación, por seo es necesario poner rostro y nombres a las personas para poder conocerlas y estar a su lado”.
La llegada “masiva” de migrantes a Canarias y Ceuta, me hicieron tomar una mayor conciencia de tantos jóvenes que caminaban por nuestro barrio: unos buscando trabajo, otros queriendo aprender el español para manejarse mejor. También la parroquia del barrio abrió sus puertas para prestar el salón grande y espacioso. Allí estamos todas las mañanas con estos jóvenes que han venido de las Ciudades del Este de Europa, Marruecos, Mali, Nigeria, Nueva Guinea, Burkina Faso, Ghana, Senegal… buscando asilo, trabajo y sobre todo una buena acogida.
Nuestro barrio está acogiendo nuevos vecinos y nuestra misión se amplía pudiendo dar respuesta a la necesidad de tantos hermanos posibilitándoles una esperanza para el día de mañana. Es una gran satisfacción que a estas clases también se animen las mujeres de algunos de ellos.
Esas imágenes que cobran fuerza en la televisión en campamentos de primera acogida está teniendo respuesta también en esta esquinita de nuestro barrio, de la mano de Cruz Roja, Cáritas y las hermanas que aquí vivimos, en Pérez Cubillas.
Hna. Mercedes Escartín