Hace una semana regresábamos de Roma, con el corazón lleno por todo lo vivido en el Jubileo de los jóvenes. Desde el 26 de julio al 5 de agosto, jóvenes teresianos y jóvenes de la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación de Azuaga (Badajoz) acompañados por seis responsables, vivimos una experiencia que nos ha enriquecido en todos los sentidos. Hemos conocido a jóvenes de otros lugares, preparamos el corazón para el encuentro con la Iglesia joven en Roma y con el papa León.
Fueron días de cansancio, de calor, de espera, de hacer cola,… pero días de alegría, de canciones, de risas, de amistades que se han iniciado o se han fortalecido, de unirnos y cantar con otras voces, de afirmar nuestra fe sin miedo… Fuimos convocados por el papa Francisco en la JMJ de Lisboa y lo hemos echado de menos, pero nos venimos agradecidos y contentos con la serenidad y la cercanía del «pape Leone», a quien pudimos ver muy de cerca al pasar por la zona donde estábamos en Torvergata.
Os compartiremos algunas experiencias de lo vivido. ¡Gracias!
Un Jubileo de Júbilo
«Muy queridos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús. Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allá donde estén. No se conformen con menos. Entonces verán crecer cada día la luz del Evangelio, en ustedes mismos y a su alrededor.»
Así, por su Instagram, despedía ayer el Papa León XIV el jubileo de los jóvenes, motivándonos aún a más. Sería bonito echar la vista atrás para comenzar de nuevo, ¿no?
Todo comenzó ese sábado en el que llegamos a un cole que, aunque para otros ya lo era, se ha convertido en parte de nuestra casa. Allí nos esperaban con los brazos abiertos Gema y Raquel, con muchísimas ganas tras la cantidad de tiempo dedicado para que ese momento llegase. También había jóvenes como Juan que te preguntaban que si jugabas al mus cómo si tuviera 53 años o Esti, que con su vitalidad, demostraba desde el primer momento la cantidad de cosas que tiene para dar a los demás. El Señor ya estaba haciendo de las suyas al juntarnos por primera vez allí.
El primer día del Señor que íbamos a pasar juntos comenzaría por realizar algunas dinámicas organizadas por Carmen y Rosana, en las cuales, aparte de pintar las paredes, descubriríamos que tenemos un Ferrari 4×4 con el que, estando bien sujetos por sus pilares, podemos llegar a donde queramos. Por la tarde, en otras dinámicas, jóvenes como Lucía y Cayetana iban a ser clave para la realización de algunas actividades con su imaginación. Terminaría el día con el Sacramento más importante, el cual nos hace olvidar hasta cuándo nos vamos a Roma, ¿eh, Íñigo?
El lunes comenzaría con una gymkhana en la que, mezclando las capacidades de cada uno, vimos de lo que podíamos ser capaces. Por la tarde, tocaba prepararse. Descargar aplicaciones, leer documentos, organizar comidas, que si un rasca de la Once, que si es el de arriba o el de abajo, que si regístrate. Al final, ¡sí que sirvió para algo tanta explicación Gema!. Ah sí, se me olvidaba, también tocó que jóvenes como Martina, Loreto o Eva nos demostrasen que son unas artistas creando los carteles que representan a una juventud con sed de Cristo, así como Bruno, que se fue al piano y nos dejó a todos boquiabiertos.
Y así, llegó el momento de poner rumbo a Roma. Con el miedo que nos daba y nos preocupaba la cantidad de horas que íbamos a pasar en el bus, aquí estamos, terminando nuestra etapa. Con jóvenes como Manuel que siempre tiene alguna manera de hacer reír a los demás. Pasamos por muchos sitios, como por Zaragoza, lugar de procedencia de María y de Valeria. Y, además, fue entretenido, con jóvenes como Alicia, en la que Dios ha puesto una voz y una manera de tocar que emociona a todos.
El miércoles, antes de lo previsto, llegamos a Roma, la ciudad a donde llegan todos los caminos, el museo al aire libre, la ciudad del amor. Un lugar donde merece la pena perderse, como han hecho algunas veces Marta y Rafa. Por la tarde, fuimos a hacer turismo, gracias entre otras cosas a un guía maravilloso como es Álvaro, con gente tan dicharachera como Nerea y tan activa como Javi. El Señor nos dio la bienvenida por todo lo alto, compartiendo con otros jóvenes la alegría con un baile en el Coliseo.
La peregrinación al Vaticano del jueves removió muchos sentimientos y emociones. Ella, en gran parte, se hizo en silencio, como están, a veces, Paula y Fátima, que no les hace falta demostrar qué es disfrutar porque ya lo hacen y se les nota. Llegamos a la basílica de San Pedro, lugar que recuerda a una de los seguidores que más difundió el mensaje de Jesús, como hace Pablo repartiendo sus estampitas de todas las hermandades. Visitamos por la tarde la tumba del papa Francisco que nos llamó a reunirnos en Roma, para que dejásemos de “balconear” y eso hicimos. El día terminaría con alegría, con la imparable risa de Carla, de la que todos guardaremos el recuerdo.
El perdón es importante, y eso lo sabemos los cristianos. Por eso, jóvenes como Ángela, confesaron sus pecados en el Circo Máximo, dándose cuenta de que con quien realmente hablan es con Dios, que está ahí y que nos ama. Por la tarde nos dirigimos al encuentro de españoles, camino en el cual Alberto ayudó con su altura a que nuestra pancarta se viese muy bien. De nuevo en la plaza de San Pedro, dos personas hicieron que todas nuestras intenciones se acercaran al Señor. Pablo y Rosa. Gracias por ser ejemplo de fe y por llevarnos con vosotros cerca de Cristo.
¡Qué bien sienta una ducha fresquita por la mañana!, ¿eh, Ignacio? Sobre todo para afrontar una gran caminata, como hizo Carlos con ganas y sin quejarse ni un momento. Al igual que lo hicieron Isabel y Mercedes, que, no conformes solo con llegar, se paraban a ayudar a quien lo necesitaban. Gracias por hacer, con vuestra perseverancia, que la pastoral juvenil de Azuaga siga viviendo cosas tan bonitas. Es bastante difícil describir vuestras caras al recibir al papa León, que siempre buscaba nuestra mirada al pasar por nuestro lado al igual que hace Dios.
Él mismo, el domingo, comenzó su homilía diciendo que cada joven está llamado a confrontarse con grandes preguntas que no tienen una respuesta simplista o inmediata. Eso les ha podido pasar a Laura o Teresa, con su capacidad de cuidar los detalles, a Juan, con la facilidad de integrarse en los grupos y, seguro, a Catarina, que con su experiencia de fe nos demuestra que hay siempre una posibilidad de responder a esas preguntas, que no es otra que mirar a Dios desde el corazón y confiar en que nos llevará por los caminos que tenemos que ir.
Como bien nos decía el papa, crear amistades reales y duraderas nos fortalece, y habernos conocido ha hecho que aparezcan estas oportunidades y que con ellas fortalezcamos nuestra relación con Jesús.
«Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, sólo Dios basta» es la respuesta que nos da Santa Teresa a esta cantidad de preguntas que nos hemos hecho esta semana, esta noche y que nos haremos durante toda nuestra vida.
Hemos terminado una etapa, no el viaje. Hemos llenado la mochila de recuerdos, de experiencias, de risas, de lágrimas, de miradas… Pero no para soltarla. No, ahora no. “Ustedes jóvenes, que quieren cambiar el mundo, no tengáis miedo” nos decía el papa Francisco. Es momento de seguir. Es momento de compartir la alegría vivida con los que no han podido acompañarnos y de demostrar lo aprendido en cuanto a ejemplo de fe.
Gracias por todo, gracias por los detalles. Gracias por guardar silencio en un autobús en el que hay un niño pequeño durmiendo o gracias por dejar limpias las zonas que utilizamos. Porque ahí, en esos pequeños detalles, es donde está Dios, en el amor. Nunca os olvidéis de ello. ¡Os quiero mucho!
Carlos, joven de Azuaga