Antes de dejar Dueñas, las hermanas miramos estos 122 años de historia y descubrimos agradecidas las huellas marcadas en el camino.
Unas huellas que también quisieron agradecer el día 26 de julio en la Eucaristía del domingo todos los grupos parroquiales que se unieron en un precioso gesto de acción de gracias. Estábamos allí Pilar, Julia, Carmen y Felicidad, pero en nosotras recordaron a todas las hermanas y a la Compañía. Nuestro agradecimiento se hizo historia recorriendo las huellas vividas.
Fue en el año 1898 cuando el Obispo de Palencia, D. Enrique Almaraz, que además de amigo de D. Enrique de Ossó, apreciaba la labor educativa de las hermanas, pidió la presencia teresiana en su diócesis. 122 años después, el actual Obispo de Palencia, Monseñor Manuel Herreros nos hace llegar su bendición llena de reconocimiento por la misión desarrollada en su Diócesis como presencia en Dueñas.
En 1898 el sr. Alcalde, D. Julián Hernández, facilitó la fundación, ofreciendo el mantenimiento de la casa de las hermanas durante un tiempo. La Compañía empezó su labor con la escuela de párvulos, que más tarde se ampliaría a escuela elemental. El Alcalde actual, D. Miguel Ángel Blanco Pastor, ha conseguido que las personas mayores y enfermas del pueblo tengan su residencia, que se ha habilitado en el edificio del colegio, después de que el Obispado de Palencia y la Compañía facilitaran la venta del mismo al pueblo. ¡Bonitos recuerdos para tantos residentes que viven allí ahora, recuerdos con sabor a párvulos, a niños y jóvenes, a teresianismo…!
Cuando en 1898 las hermanas llegaron, el párroco D. Gerardo Íñigo, ofreció a las hermanas su casa como hospedaje. Hoy, ante el párroco actual, D. Fidel García, dejamos las teresianas nuestra gratitud y la luz de nuestros maestros, Santa Teresa de Jesús y San Enrique de Ossó; confiamos que cada 15 de octubre, y cada 27 de enero, sean recordados y celebrados, porque ellos no se van, siempre estarán presentes en Dueñas, iluminando con su palabra y doctrina.
Nosotras hoy decimos gracias a todos los vecinos del pueblo: gracias por vosotros, por vivir desde la sencillez, cercanía y solidaridad. Gracias a la Parroquia, a los que conforman el Consejo Parroquial con quiénes tanta vida hemos compartido. También a las familias que nos han ayudado de distintas formas, participando en la Eucaristía, rezando juntos, a las señoras del MTA por compartir fe y oración cada martes, a las exalumnas que sigan manteniendo la antorcha de la espiritualidad teresiana.
A todos os llevamos en el corazón. Las hermanas dejamos Dueñas, pero al mirar las huellas del camino, sabemos que hay que seguir y mirar hacia delante, porque la vida siempre mira hacia el horizonte, y los cambios externos, pueden abrirnos a tiempos de superación.
La marcha nos entristece, pero nos puede aún más el agradecimiento y la vida. En este tiempo, hacemos nuestras las palabras de Santa Teresa, las mismas que hoy os entregamos como el mejor regalo.
Nada te turbe. Nada te espante. Todo se pasa. Dios no se muda
La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta.
Solo Dios basta.
Pilar García, Carmen Puertas, Felicidad Rodríguez y Julia Linacero